Que los sueños encierran muchísimos secretos no es un misterio para nadie. Es increíble que un tema que se ha estudiado desde que el mundo es mundo, como el origen y motivo de esas imágenes que nos invaden durante la noche y, que se han considerado sucesivamente, como visiones proféticas, revelaciones divinas, palabras directas de los dioses, imágenes inconexas generadas por nuestro cerebro para gestionar nuestra emocionalidad, o fijar conocimientos que hemos tenido durante el día.
Sin embargo, si revisamos en la antigüedad, veremos que desde entonces los sueños tienen ese carácter ambiguo y misterioso.
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Los oniros
Para los antiguos griegos el Dios del sueño era Hipnos que para más señas era hermano gemelo de Tánatos (sí, el dios de la muerte pacífica) .
Hipnos vivía en una cueva oscura en cuya entrada abundaban plantas narcóticas, adormideras y demás. Hipnos a su vez, tenía miles de hijos llamados los oniros, que eran las diversas personificaciones de los sueños, de los cuales su ayudante favorito era el célebre Morfeo.
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Morfeo además tenía dos hermanos también especiales. Fantaso y Fobetor, que significa «el que da miedo» y es que Fobetor tenía la costumbre de aparecerse en los sueños en forma de serpiente, dragón o cualquier otro animal monstruoso y siempre dentro de una pesadilla. Claro que Fobetor también otorgaba sueños proféticos.
Hay que entender que estos eran a su vez, hijos de Hypnos con la gracia Pasítea, que era la encargada dentro del grupo de las Gracias, que estimulaban la creatividad y el talento de los artistas, del área de drogas recreativas y relajación.
Un hogar tenebroso
Los Oniros eran daimones alados, sí, lo que luego pasó a considerarse «demonios» por la iglesia católica. Pero para los griegos eran simplemente espíritus alados y levemente parecidos a murciélagos (por sus alas negras), ya que eran hijos de Nix, la noche.
Vivían en una cueva en las playas frías y oscuras que se encontraban en el extremo occidental del océano y salían en enormes bandadas, durante la noche guiados por Morfeo. Por una parte salían los sueños verdaderos y por otra salían los sueños falsos.
Ya los griegos admitían el intenso secreto que esconden los sueños. Si bien sabían que habían sueños proféticos, también sabían que habían otros que eran solamente fantasía cuyo único fin era desconcertar a los hombres.
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En esta cueva había dos puertas, por la de marfil salían en bandada todos los oniros encargados de repartir sueños falsos y por la puerta de cuerno salían los oniros que se encargarían de comunicar sueños proféticos.
Morfeo era el que adquiría forma humana para presentarse en los sueños. De ahí su nombre. Fantaso se presentaba como objetos inanimados (era el encargado de la decoración) y Fobetor como ya señalamos, tenía un humor un poco tenebroso y gustaba de presentarse en forma de sueños angustiosos y pesadillas (disfrazado de cíclope o de serpiente marina).
El consuelo es que Fobetor, Morfeo y Fantaso solamente trataban con reyes y dioses. Los otros oniros se encargaban de llenar la mente de los hombres y mujeres comunes durante la noche.
Una familia singular
La familia que conformaban los oniros, estaba emparentada muy de cerca con toda una serie de seres misteriosos y muy temidos por los mortales. Como ya dijimos eran hijos de Hipnos que a su vez era hermano gemelo de Tánatos.
Como si esto fuera poco, entre las tías de los oniros se encontraban Las Moiras, que tejen el destino de los hombres y Las Keres que eran las encargadas de las muertes violentas y adoraban pasear por los campos de batalla.
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Otra tía célebre de los oniros era Eris, sí, la famosa Diosa de la discordia. También en las reuniones familiares podía uno encontrarse con el célebre Caronte cuyo trabajo era llevar las almas de los muertos a los dominios de Hades.
Los sueños, un lugar entre la vida, la muerte y el más allá
Para los antiguos la muerte y los sueños estaban ligados en una relación muy familiar. Así también los otros mundos. Por eso se creía tanto en las profecías que albergaban los sueños .
Sin embargo, a pesar de que en épocas se ha creído en la infalibilidad profética de los sueños, a los largo de la historia de la humanidad, todas estas culturas que estudiaron los sueños han encontrado en los sueños más preguntas que respuestas sobre el significado real de los sueños.