La insatisfacción es algo tan sencillo como ver el vaso siempre medio vacío. La insatisfacción genera frustración y dolor.
Cuando una persona, que ha sido sometida a una situación de opresión o de falta de plenitud y satisfacción de sus necesidades, no hace algún movimiento para generar un cambio y salir de la situación opresiva, la cobardía, la inacción y la amargura crean sobre la psicología de la víctima una mezcla de emociones que se traducen en insatisfacción crónica.
Por lo tanto, la primera regla para luchar contra la insatisfacción es tratar de satisfacer nuestras necesidades, eso sí, sin abusar ni violentar las de los demás. Ciertamente no podemos satisfacer TODAS nuestra necesidades, e incluso debemos aprender a distinguir cuáles de nuestras necesidades son positivas y cuales son vicios, o necesidades que solamente nos conducen a la destrucción.
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Nuestra insatisfacción puede estar provocada, en principio, por una situación real
Un niño abandonado y al que sus padres no le prestan atención, una mujer que no logra tener orgasmos o alguien que desperdicia su vida haciendo un trabajo horrible y mal pagado, son personas proclives a caer en la insatisfacción crónica.
Porque como toda emoción, la insatisfacción no es mala per se, sino que nos indica que alguna de nuestras necesidades no está siendo cubierta: el niño necesita amor y atención, la mujer casada necesita orgasmos y la mayoría de la gente necesita ocupar su tiempo en algo que el brinde satisfacción o placer.
Insatisfacción se opone a Gratitud
Hoy en día lo saben los psicólogos y hace siglos que la mayoría de las religiones lo entiende perfectamente. La práctica de la gratitud es un camino seguro a la felicidad. Para Cicerón la gratitud era la madre de todas las demás virtudes.
Quizá sea la fiesta del «Día de acción de Gracias» la que ha hecho a Estados Unidos una nación tan feliz, próspera y segura de sí misma (equivocados o no, nadie les quita la felicidad de ser ellos mismos) .
Lo cierto es que para la mayoría de las personas la práctica de la gratitud puede ser el mejor remedio contra la insatisfacción.
Ya que así, como la gratitud es madre de la mayoría de las virtudes, la insatisfacción que solamente se regodea en sí misma y que se manifiesta tras la queja, la parálisis, el hastío y la falta de motivación es una de las causas de la mayoría de los vicios y sufrimientos que experimenta el ser humano.
¿Cuáles son los síntomas de la insatisfacción crónica y cómo enfrentarlos?
- Pesimismo. Se tiene la sensación constante de que todo va a salir mal. De que cada decisión es una decisión de vida o muerte, lo que paraliza a las personas.
- Egocentrismo. Las personas insatisfechas deben de dejar de sentir que son el ombligo del mundo y que lo que les pasa a ellas es demasiado importante. No les vendría mal relativizar y tener un poco de sentido del humor. Vamos, que no puedes ser tan mezquino de estarle envidiando el marido a tu vecina, como si fueras Helena de Troya y él fueras Paris.
- Quejas constantes. Los insatisfechos están todo el día quejándose de todo. En algunos sitios les dicen «camión de cochinos» y en otros simplemente «quejicas». Reconoce si tu introducción en los temas de conversación es una queja y entiende entonces qué no es que la gente tenga cara de asco, es que tú con tus quejas se la pones así. Después no te quejes de que nadie te quiere.
- Sentir envidia. El insatisfecho es propenso a la envidia (ya que el no tiene lo que necesita es fácil suponer que otro se lo está robando inmerecidamente) . Por otra parte eso lo que refleja es una sensación de poquísima autoestima, ya que si crees que todo el mundo es mejor o tiene más que tú primero: te consideras muy poca cosa porque si miras alrededor siempre habrá muchos estratos abajo de tí y muchos arriba , tú decides donde te ubicas, aunque lo ideal es que dejes de compararte constantemente.
La mejor receta contra la insatisfacción es el agradecimiento y aprender a relativizar
- ¿Que no tienes nada? Si tienes salud, tienes mucho, si tienes juventud tienes bastante, si tienes familia eres un dios.
- Si naciste en Europa y no en el Congo Belga, no seas tan ridículo. Si padeciste gripe en los noventa y no antes de que se inventara la penicilina, agradece que vives en esta Era.
- Si eres albino, agradece que no naces en la África negra porque te pueden secuestrar para una brujería.
- Si eres mujer, puedes agradecer estar navegando por Internet y no trabajando en una de las miles de fábricas 24 horas al día que existen en Asia y África.
- Si tienes agua potable y alimentos, agradece no vivir en una zona en donde se ve agua cada demasiado tiempo.
- Agradece si eres un judío en California o si eres un homosexual en San Francisco aunque tus padres no quieran que lleves a tu novio a casa.
- Si te molesta el Breixit en Inglaterra agradece no ser un refugiado albanés, sirio o chino tratando de que lo acepten en algún puerto europeo.
- Si te duele Rajoy agradece que no es Trump o Maduro por lo menos.
Y recuerda, como decía alguien por ahí, para contrarrestar la insatisfacción y promover el agradecimiento puedes mirar que el vaso está «medio vacío» pero podría estar «vacío completo».