La ira es un pecado capital y por eso socialmente suele estar mal vista. Sin embargo, se sabe que la ira tiene un lado positivo en los niveles más esenciales de nuestro ser. Es una emoción universal porque todos somos capaces (y deberíamos) sentir ira ante determinadas situaciones.
La ira es nuestra reacción a lo que consideramos una agresión y nos permite hacer los correctivos necesarios ante una situación que nos causa frustración o nos agrede.
La ira ante la injusticia o ante determinadas condiciones sociales ha sido lo que ha permitido que determinadas personas propicien cambios en su conducta porque tienen control sobre sus emociones.
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¿Ira controlada, no es una contradicción?
Al ser la ira una emoción esencial y universal quiere decir que todos la sentimos y solamente existe una diferencia de intensidad entre quien comete un asesinato cegado por la furia o quien, aunque se siente víctima de una serie de injusticias, logra canalizar esa ira para buscar herramientas para cambiar las circunstancias que se la provocan
Ya que la ira tiene dos vertientes: el ataque o la huída.Y esto no quiere decir que la única forma de controlar la ira sea la cobardía de la huída. Se trata de que hay quienes controlan la ira y no pierden la perspectiva por muy ofendidos o indignados que estén ante una situación o por muy injusta que esta sea.
Y luego están los otros, pobres marionetas de la indignación, que reaccionan como un toro de feria y solamente ven una cosa roja (la ira) batiéndose ante ellos y llevándolos al desastre.Y es que las cárceles y los hospitales están repletos de personas cuyos niveles de ira o son desproporcionados (después de todo NADIE merece ser agredido físicamente) o son manejados de una manera tan retorcida y confusa que los vuelven personas tóxicas y miserables.
Y es que confundimos la ira solamente con la cara enrojecida, el grito y la violencia.
Sin embargo hay iras soterradas. Iras contenidas. Rabias producto de la frustración acumulada y que se manifiestan en resentimientos, envidias y amargura constante.
La ira peligrosa no es solamente la que se manifiesta en una explosión de gritos, agresión o violencia
Y es que muchas veces, debido a que no podemos pegarle a todas las personas que quisiéramos (porque está muy mal visto socialmente, e incluso en ocasiones es sancionado) ocurre que la ira implosiona dentro de nosotros como un pequeño hongo atómico en nuestro estómago.
Y aunque no es una rabia «descontrolada» (en el sentido de que no le pegamos a nadie y no nos metieron presos o herimos alguien y ni siquiera gritamos) resulta que, como en realidad no la controlamos bien, esa ira arrasa con nuestro sistema nervioso y cardíaco, e incluso afecta, al reprimirnos, nuestro sistema digestivo.
Se ha comprobado que esta emoción negativa eleva la presión arterial, tensa la musculatura, acelera el ritmo cardíaco y la respiración, además de aumentar la energía preparándonos para agredir a alguien o para huir o defendernos si somos agredidos.
Es lógico entender cómo esta energía mal canalizada, nubla nuestro sentido crítico y nuestro razonamiento y nos puede arrastrar a una especie de rapto psicótico de imprevisibles consecuencias:
«Lo vi todo rojo» «no sé qué me pasó» «sentía tanta rabia que me quería llevar todo por delante…por eso aceleré su señoría…»
Esto se conoce también como Rabia. La rabia elimina la empatía , genera odio y puede ocasionar mucho daño. Esa es la ira de mayor intensidad y que se manifiesta en explosiones de violencia , en agresiones, en maltratos y abusos , convirtiendo a la víctima de la Ira en un verdugo implacable que daña, creyendo ser agredido.
Pero también hay otro tipo. Hay personas que al no expresar correctamente su rabia ante determinadas situaciones (una infancia infeliz, un matrimonio fallido, algún tipo de duelo) van liberando pequeñas dosis de veneno de forma cotidiana a través de la crítica constante, de la insatisfacción y de la autodestrucción.
La amargura también es un tipo de ira, pero más pasiva, pero no por eso menos destructiva.
¿Cómo saber si tenemos un problema de ira?
La mayoría de las personas que sufren de Rabia (que es ira descontrolada y activa) son conscientes de ello, porque han perdido parejas, amigos y trabajos debido a su incapacidad de controlar sus emociones, específicamente esta emoción.
Sin embargo, alguien que sufre de una ira más pasiva, puede pasar sus primeros años culpando a los demás por ser tan insoportables, entonces no aceptará que sufre de ira sino dirá que los demás «lo provocan».
Si tienes un problema de rabia probablemente has perdido los estribos alguna vez y has generado una situación violenta. Por violenta se entiende desde una situación en donde abunden los gritos, los portazos y uno que otro objeto arrojado contra la pared, pasando por un altercado con un desconocido por una situación con el tránsito o debido a un maltrato en un ministerio del cual te han sacado después de llamar a la policía. A lo mejor has perdido más de un trabajo por no poder callarte con tu jefe.
Maneras de controlar la ira
Lo más importante para controlar esta emoción es reconocer que se padece de ella. Como hemos dicho no todo que sea iracundo por naturaleza, resulta ser una persona explosiva o gritona. Hay gente con mucha rabia retenida.
Si por ejemplo es una respuesta ante la injusticia o la frustración podemos entender que es muy fácil (en el mundo en que vivimos, lleno de injusticias y frustraciones) que una cadena de pensamientos nos vaya llevando a un estado de ira. Ubica las cosas que te producen ira (indignación, una sensación de terrible injusticia) y trata de expresarlas de forma creativa, canalizando así la emoción. Eso es lo que hacen los artistas.
Aunque lo de expresar la rabia tiene su contrapartida. Si bien es cierto que es mejor expresar algo que no expresarlo, no todos contamos con las herramientas para volver la indignación un ensayo o un movimiento ecológico internacional.
La mayoría expresamos nuestra rabia por las injusticias, buscando culpables sobre los que descargar ese odio mal sanado. Entre los skinheads que golpean inmigrantes y los policías que le parten la cabeza a los manifestantes, hay personas frustradas por una serie de injusticias, que deciden descargarlas con el más débil.
Un jefe abusivo, un padre maltratador suelen justificarse a sí mismos de muchísimas maneras: «es que si uno se muestra débil abusan de tí» «la letra con sangre entra». Hay que reconocer cuando utilzamos la hipocresía para justificar nuestra Ira.
Si sabes o dudas que puedas tener un problema de control de ira, consulta a un psicólogo que te puede realizar test y una serie de preguntas para determinar con certeza si has traspasado los límites de un momento de locura que podemos tener todos.
En caso de ser así puede determinar si sufres de algún desequibrio químico y remitirte a un psiquiatra que te recete algo para restaurar tu química cerebral.
Practicar técnicas como el Yoga, la Meditación, El Taichí, y también deportes aeróbicos como el ciclismo, la natación o el joggin permiten controlar los niveles de estres y relajan notablemente a los iracundos. Si se quiere descargar la agresividad de una forma más evidente, el boxeo, el capoeira, o las artes marciales pueden resultar liberadoras.
Evitar, si se puede, las situaciones que nos producen ira, porque esta emocioón tiene la cualidad de retroalimenta. Las personas cuando están cansadas, tienen hambre o mucho calor suelen enfadarse con mayor facilidad. Si eres una persona propensa a la ira evita ponerte en situaciones que te estresen.
Re- amuebla tu cabeza: la forma de pensar es importante a la hora de controlar la Ira. Las personas propensas a la ira deben trabajar su forma de pensar y comunicarse. Se les recomienda eliminar de su vocabulario las palabras «nunca» o «siempre» que suelen ser exageradas y le dan justificación al enfado convirtiéndolo fácilmente en ira.
Por ejemplo: «tú nunca me consideras» (a la pareja o a un compañero de trabajo) «tú siempre quieres tener la razón» «nunca puedo entenderme contigo», los siempres y nuncas son portazos lingüisticos, que suelen ser recibidos por el otro como una injusticia y provocan su enfado y rebeldía.
Así que recuerda, cuando la ira se apodere de ti y de tus palabras, mejor corre a aullarle a la luna.