Sentir desánimo y apatía puede ser una consecuencia directa de cuando nuestros pensamientos negativos son demasiado recurrentes, o si hemos pasado por una experiencia difícil que nos ha generado frustración, rencor, desilusión, tristeza o desmotivación. Asimismo, los estados emocionales de pereza, abandono, la sensación de vacío interior, o el mal humor, cuando los sentimos por mucho tiempo, suele generar un residuo bastante tóxico para nuestro ánimo en general.
A todos nos ha pasado. Vivir esos momentos de bajón dónde parece que todo carece de sentido. Quizás forma parte ya de nuestras cotidianidad y le prestamos poco interés cuando aparece, asumiendo que es algo natural y pasajero. Sin embargo, cuando estos bajones son más frecuentes de lo establecido como “normal” hay que tomar medidas y elegir conscientemente regularlos.
Evidentemente la baja autoestima también es un factor importante a tener en cuanta cuando nos enfrentamos al desánimo. Cuando no cubrimos satisfactoriamente las necesidades básicas (tanto física, como mental, emocional y espiritual) vamos acumulando insatisfacciones y carencias que van creando un pozo profundo de desánimo y apatía, y esto es indicativo también de que nuestra energía vital está por los suelos.
Para combatir al desánimo y a la apatía generalizada, cuando se instalan en nuestras vidas cómodamente, los especialistas recomiendan varias técnicas, basadas principalmente en estos dos consejos que a continuación exponemos, y que nos ayudarán a regular nuestros estados de ánimo de una manera más saludable y, sobre todo, eligiendo el bienestar, antes que sucumbir al enemigo silencioso del bajón anímico.
El desánimo, ese enemigo silencioso
Así como nos preocupamos por alimentarnos cada día con la comida más saludable, también podría ser aplicable a los pensamientos que consumimos y digerimos cada día. Una dieta basada en pensamientos ricos en amor propio, valoración y respeto hacia uno mismo deberán ser consumidos diariamente en una dosis suficiente para mantener a raya al desánimo.
Cuando somos presa del bajón anímico es quizás difícil crear una base de pensamientos positivos que refuercen nuestra autoestima y confianza personal. Pero todo es cuestión de práctica, y empezar a crear nuevos hábitos al principio siempre requiere de esfuerzo, paciencia y voluntad extra para llevarlo a cabo.
Si nuestro cerebro nos bombardea con pensamientos tóxicos, la mejor manera de pararlos es con la actividad física. El deporte y ejercicio diario mantienen nuestra mente lúcida porque el cuerpo se ha encargado de eliminar el residuo negativo de energía mental que luego bloquea nuestro ánimo.
Aprender a soltar los estados de ánimo negativos
Existe una técnica sencilla, pero revolucionaria, creada por un ingeniero estadounidense, llamado Método Sedona, que cuando la practicamos, nos ayuda a soltar cualquier estado de ánimo negativo o limitante que nos pueda invadir en un momento determinado, consiguiendo realizar una elección consciente de liberación de esas emociones y pensamientos no deseados.
El creador del método Sedona, Lester Levenson, encontró una fórmula práctica, una sencilla receta para obtener en el acto, desprenderse de bloqueos y apegos emocionales, consiguiendo experimentar una liberación de la carga negativa que a la larga va alimentando al desánimo y la apatía.
Levenson, tras sufrir varios infartos y un diagnóstico terminal, se dio cuenta a la edad de cuarenta y dos años que debía poner remedio a su situación porque tenía claro que no quería morir. Comenzó a cuestionarse su propia vida y qué le había llevado hasta ese estado. Con una voluntad férrea al cabo de tres meses de autoevaluación se había liberado de gran parte de la carga emocional que lo bloqueaba y le hacía enfermar. Encontró la manera de sanarse y lo consiguió, y a partir de entonces aplicó su método de por vida que le proporcionó una salud y hallando tal paz interior que, sin poseer base espiritual alguna, parecía más obra de un milagro, que otra cosa.
Había logrado no sólo un método para curar sus enfermedades, sino toda una filosofía de vida que luego quiso compartir con los demás, y así su técnica fue tomando cada vez mayor difusión. El método Sedona quizás sólo representa la punta de un enorme iceberg (el cuál ayudó no sólo a mejorar la vida de Lester Levenson sino también de todo aquel que conoció su experiencia) de todo ese gran potencial que subyace oculto en nuestro interior, para darnos cuenta de que las respuestas para sanarnos las tenemos dentro de nosotros mismos, y el caso de Levenson es una prueba de ello.
Si aprendemos a soltar cualquier estado emocional que limite, bloquee o condicione nuestro natural estado de ánimo feliz y tranquilo, ya sea con el método Sedona (en este enlace encontrarás una guía rápida, sencilla y eficaz para conocer en qué consiste y empezar a practicarlo) o intentando encontrar nuestra propia fórmula personal, a base de observar constantemente hacia nuestro interior para encontrar las respuestas, conseguiremos tal vez desapegarnos de esos sistemas de pensamientos y emocionales que nos impiden avanzar y nos anclan en la apatía y el desánimo.
Si te ha servido este post de autoayuda y si crees que tu desánimo es una consecuencia directa de algo más profundo, te invitamos a que leas cómo detectar y curar los estados depresivos.