El autoengaño forma parte de la naturaleza. El camaleón que se disfraza de rama o de roca. El pez que se infla para asustar a peces mucho más grandes. La mariposa emperador que tiene dos ojos que se asemejan a un búho para espantar a sus depredadores o la planta carnívora que se disfraza de flor para engullir a sus presas. El chico que va a una cita y se comporta como el príncipe azul que nunca ha sido con el objeto de seducir, que después de todo es una forma de engañar.
Nosotros, los seres humanos, nos mentimos en un promedio de tres a cuatro veces, cada diez minutos.
Algunos científicos sostienen que el autoengaño es parte de un proceso evolutivo que nos facilita poder engañar mejor a los demás. Si nos creemos nuestras propias mentiras podremos decirlas sin pestañear y serán más convincentes. Pero hay un límite muy delgado entre mentirle a los demás y confundirnos nosotros mismos con nuestras mentiras. Tan engañosos somos los seres humanos que si usted sale a la calle y le pregunta a diez personas si suelen mentir es probable que un enorme porcentaje, casi un 80 o 90% niegue que miente.
El engaño y la mentira están tan mal vistos en nuestra sociedad que casi nadie admite ser mentiroso porque eso lo descalificaría automáticamente con los demás. Sin embargo, es un hecho: quién afirme que nunca en su vida ha mentido sencillamente nos está engañando.
Tabla de contenidos
Psicología del autoengaño
En su libro «El Punto Ciego: Psicología del autoengaño» Daniel Goleman realiza un incisivo análisis de cómo funciona el autoengaño en nuestra sociedad como un medio para protegernos de la frustración y la ansiedad. A través de numerosos ejemplos, Goleman nos muestra como nosotros censuramos nuestra percepción escogiendo ser concientes de unas cosas y desechando otras que por su naturaleza pueden resultarnos perniciosas y paralizantes.
La mente suele protegernos de la ansiedad, adormeciendo nuestra consciencia. Esto se da no solamente a través de procesos inconscientes sino incluso fisiológicos, ya que nuestro cerebro en momentos de tensión segrega opiáceos que adormecen nuestra percepción. Después de todo, para Goleman, percibir es seleccionar en qué ponemos nuestra atención. Pero no se limita a estudiar el autoengaño solamente en los individuos, sino que también estudia cómo funciona en las sociedades.
Menciona a la filósofa Hannah Arendt, quién demuestra como el autoengaño y libre albedrío pueden ser el origen de terribles hechos.
¿Pero en qué consiste exactamente el autoengaño?
El autoengaño es un proceso mental sumamente escurridizo. Esto quiere decir que nos resulta muy difícil descubrirnos a nosotros mismos si nos estamos autoengañando. Pues el autoengaño no es más que desarrollar creencias y actitudes obviando las evidencias lógicas y los hechos tangibles.
Sin embargo, para que la vida se desarrolle con normalidad la mayoría nos autoengañamos actuando y viviendo como si nunca fuésemos a morir, porque la evidencia de que en cualquier momento podemos morir nos resultaría paralizante y nos quitaría motivación para hacer lo que hacemos.
Y ese solamente es el ejemplo más básico de cómo funciona el autoengaño. A un nivel positivo sin ese autoengaño no trabajaríamos, ni formaríamos una familia, ni haríamos la cantidad de planes infinitos que solemos hacer. Este podría considerarse autoengaño positivo.
Normalmente cuando percibimos una amenaza tenemos dos tipos de actitudes: La intrusión, que nos hace cavilar constantemente sobre la misma y nos obsesiona tratando de enfrentarla; y la evasión, es decir, obviar la amenaza y actuar como si nada sucediera.
♥ Toma nota: Las 7 lecciones de vida de las personas antes de morir
¿Cuándo el autoengaño es negativo y pernicioso?
Lo malo del autoengaño es que si no tiene como fin, vendernos o promocionarnos ante los demás, la mayoría se da cuenta (menos nosotros mismos, los que nos estamos autoengañando) de lo evidente de la situación de la que nos estamos evadiendo.
Una mujer maltratada por un marido violento suele caer en la trampa del autoengaño cuando a pesar de todas las evidencias reales, es decir, la violencia doméstica a la que es sometida cíclicamente en su relación, hace afirmaciones de este tipo:
- «El tiene mal carácter, pero me quiere».
- «Esta vez es la última oportunidad, me prometió que ahora sí cambiaría y que aquello no se volvería a repetir».
- «El amor es así».
- «Todas las parejas tienen problemas».
- «El no sabe amar, pero yo le enseñaré».
- «El puede cambiar».
- «El solo se pone así cuando bebe» (obviando que el hombre «solo» bebe una vez a la semana).
♥ Toma nota: 10 mentiras sobre el amor que solemos creer como ciertas
Y así, un largo etcétera que se contradice, con el hecho de que esa mujer ha sido reiteradamente agredida y violentada por un marido abusivo. Un autoengaño que obvia, es decir, que evade la información que le transmiten los periódicos, los amigos, la familia respecto a la evolución y desarrollo de las relaciones con un maltratador.
Pero el autoengaño no solamente es pernicioso en situaciones tan complejas sino que forma parte de nuestra vida cotidiana de numerosas maneras. La autojustificación, las excusas, ver siempre la culpa de nuestros problemas fuera de nosotros y no asumir nuestra parte de responsabilidad en ellos, considerar que nuestros defectos son virtudes (es que yo soy muy sincero, cuando en realidad lo que eres es grosero y falto de tacto) y todas las actitudes parecidas son máscaras que nos ponemos para engañar a los demás y autoengañarnos nosotros mismos.