Ninguna de las personas que se cruzan en nuestra vida es por casualidad. Tanto las relaciones más importantes que entablamos porque nos unen lazos afectivos significativos, como las más insignificantes porque sólo pasan a nuestro lado un breve espacio de tiempo, tienen su razón de ser, siendo algunas muy específicas.
Todas de alguna manera tienen la intención de enriquecer nuestro mundo y eso no significa que lo que nos tengan que aportar o la razón por la que entran en nuestra vida, sea agradable.
Las experiencias negativas y positivas son ricas en cuánto a que todas tienen la finalidad de que aprendamos ciertas lecciones y nos ayuden a crecer como personas.
Algunas nos enseñan cosas que sólo ellos y no otros, podrían hacer. Los hay que están ahí para hacernos reflexionar o para mostrarnos lo que no entendemos. Nos pueden hacer sufrir y hacer la vida imposible, o bien, nos alegran la vida, haciéndola más fácil y placentera.
Otros nos guían y nos señalan el camino a seguir como ángeles de la guarda que aparecen de forma milagrosa para volverse a ir, mientras que otros sencillamente te dejan en la estacada y siguen su propio camino.
Todas ellas, sean para bien o para mal, nos aportan valiosas lecciones y enseñanzas importantes para nuestro crecimiento personal. Y es de sabios ser agradecidos con todas las personas que se han cruzado en nuestro camino, porque cada una de ellas dejan su huella en nuestro corazón y con cada uno de todos esos pedacitos nos vamos construyendo y al final somos lo que somos, gracias a todas ellas.
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Todo pasa por algo y las relaciones son lo que son
Hay personas que desearíamos que jamás se fueran de nuestro lado y sin embargo, un día nos damos cuenta que ya no están presentes en nuestra vida, y a veces sin entender ni siquiera el por qué, simplemente desaparecen por la razón que sea. Esto ocurre tanto con amistades, parejas como con familiares.
Sin embargo, existen otras relaciones que perduran en el tiempo y la distancia, fuertes como robles que tanto a las duras como a las maduras permanecen presentes en nuestra vida, porque su cometido es éste, ni más ni menos, y suelen entregarnos las lecciones más profundas y valiosas y con la que nos retroalimentamos a lo largo del tiempo.
Razones por las que la vida nos da y nos quita
“No existe mayor equivocación que mostrarse cínico ante el amor. Cuando llegues al final de tu vida, lo único que contará será el amor que has dado y el que has recibido. En tu viaje al otro mundo, lo único que te llevarás contigo es amor, y lo único de valor que dejarás atrás es también amor”.
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De no ser por las personas que existen en nuestra vida, el amor no sería posible. Y es que tal vez la razón más sublime para entender el por qué de su presencia en ella, sea ésta. Pero no todas las razones o motivos son así de especiales, porque igual que el corazón tiene motivos que la razón no entiende, la vida también los tiene.
Y así es el caso de personas que aparecen en nuestra vida por una única razón, para atender una necesidad específica que cuando es satisfecha desaparecen a la misma velocidad con la que llegaron. Éstas personas tienen un fin sin pretenderlo y gracias a ellas, (incluso si la relación que nos une ha sido por un corto pero significativo momento), podemos tomar decisiones decisivas e importantes para el desarrollo de nuestra vida.
Recuerda que tanto las experiencias duras como las más maravillosas, todas tienen su misión y que una vez es cumplida o aprendida la lección que necesitábamos entender, entonces la relación también está destinada a terminarse.
Por esto es importante saber que, cuando no logramos entender el por qué desaparece alguien de nuestra vida a la que queremos mucho, existen razones mucho más elevadas que explican los motivos de esto y que no debemos torturarnos por ello y, simplemente, aceptar que todo en nuestra vida pasa por algo y que todo tiene también su razón de ser.
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