La búsqueda del Amor a través de la práctica del Tantra es un método que va ganando cada vez más adeptos en todo el mundo.
El Tantra es una técnica milenaria que en las últimas décadas se le ha devuelto el foco de atención, aunque orientado en un sentido más bien erróneo, centrado solamente la parte de la práctica sexual, cuando en realidad, el Tantra es mucho más que eso. Últimamente ha ido aumentando el consumo de información sobre el Tantra. Miles de libros, talleres, artículos y reportajes han ido cambiando poco a poco esta visión equivocada acerca del Tantra.
¿Qué es el Tantra?
La palabra Tantra significa en su idioma original “el tejido que entrelaza la conciencia divina y la humana”. En su saber recopila una serie de prácticas y meditaciones cuya finalidad es despertar esa conciencia a través del contacto, la escucha y un profundo respeto por el cuerpo y la propia esencia del estado de presencia.
La práctica del Tantra es, sobre todo, a través de la meditación, dónde puede desarrollarse el gran potencial que posee la observación, la respiración y la atención, principalmente del cuerpo y de los sentidos. En ese estado presente y no dual se facilita el despertar de un sentimiento de unidad y amor, dónde todo lo que nos sucede es acogido de otra manera y ahí reside la verdadera alquimia transformadora del Tantra.
El amor a través del Tantra
Para los practicantes de Tantra el estado de amor es el estado natural e inherente al ser humano y la única manera para entrar al Samadhi, concepto que designa el estado espiritual de consciencia.
El amor es el sentimiento más poderoso y sublime que poseemos, no es una actitud o una postura emocional que puedas adoptar, fluye de manera natural cuando estamos plenamente presentes y abiertos, siendo canales. Por lo tanto, el Tantra es la búsqueda espiritual de la Verdad Suprema, el Amor.
La mayoría de ejercicios tántricos guían a la persona que los practica a ser más consciente del amor que fluye a través de su ser. Esto conduce a su vez, a un estado de rendición consciente que permite abrazar lo que es y afirmarlo profundamente. Sucede entonces el entendimiento de que somos amor, pura dicha y celebración. El Tantra pone el énfasis en el respeto, el amor, el cuidado y el sentir. Se empieza a dejar que la consciencia se vuelva a apoderar de los sentidos y demás vías de contacto del cuerpo y del ser.
En el proceso de reconocimiento de la Verdad Suprema, que habita en el interior de cada persona, al cual te llevan de la mano los ejercicios y rituales tántricos, sucede algo fundamental: todo aquello que pertenece al pasado o es falso, comienza a morir, dando espacio para que se manifieste la parte que siempre ha estado ahí, una parte esencial de la persona tan extremadamente sencilla y honesta como verdadera, profunda y no dual, es decir, la parte divina que reside en cada uno.
Es entonces, cuando al estar en este estado de conciencia superior, el compartir tu intimidad con otra persona se revela como una experiencia tremendamente enriquecedora, dónde te abres, te vuelves más cálido, amoroso, flexible y tu corazón se expande, irradiando amor. El Tantra lleva en sí mismo una comprensión más profunda de la sexualidad y eso, inevitablemente, conlleva cambios profundos en la manera de relacionarte en la intimidad, así como en tu día a día. Pero esos cambios son un fruto, una consecuencia, no una meta o un objetivo.