Generalmente, tenemos la mala costumbre de cerrar las ventanas apenas comienza la lluvia. Sin embargo, es un error característico y común que cometemos. Estamos en otoño, y después del verano, cuando empiezan las primeras lluvias, si aún no hace demasiado frío, podemos abrir por lo menos unos minutos las ventanas porque el beneficio es grande.
Existe la costumbre actual de relacionar a la lluvia con la mala suerte, porque interfiere en nuestra quehacer diario como un agente invasor que retrasa nuestras carreras matutinas a contrarreloj para incorporarnos al trabajo, o que nos incita a la melancolía y a querer quedarnos en casa, bajo el edredón.
Y, en realidad, la lluvia siempre ha sido la forma en que los dioses nos colman de bendiciones, y esto más que un augurio o mal presagio, la lluvia siempre llegará como ese elemento purificador de gran poder, que limpia, purifica y arrastra todo lo malo del ambiente.
Beneficios que trae la lluvia
La lluvia trae un efecto de oxigenación y por lo tanto, de purificar el aire de nuestro hogar. Ese característico olor a lluvia es aconsejable dejarlo entrar a nuestro hogar porque tiene el efecto de limpiar energéticamente de forma profunda. Cuando llueve, el ambiente huele a ozono sobre todo. Es un olor metálico y húmedo muy característico.
Todos lo hemos olido alguna vez. Y entonces sabemos sin lugar a dudas que va a llover. La molécula de ozono siempre está presente en la atmósfera, pero su concentración aumenta considerablemente en los días nublados, que anuncian tormentas. Sucede en parte, porque los truenos y relámpagos favorecen la formación y proliferación de ozono, principales partículas que limpian el aire de nuestra casa.
Ya lo sabes, cuando veas llover la próxima vez, abre las ventanas de par en par y permite que fluya el oxígeno por todo el ambiente, que el ozono purifique y transforme la atmósfera, que salgan las viejas energías y entren las nuevas con la lluvia. Sal a la calle y celebra ese momento, no temas mojarte bajo ella y danza sin miedo, siente como el agua corre por tus mejillas, sonríe y que la alegría inunde tu corazón, mientras la lluvia nos bendice y nos honra con su presencia.
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