Últimamente se ha puesto de moda que los adultos vuelvan a adquirir las destrezas olvidadas de la niñez como dibujar y colorear, y así, se han editado y convertido en best-seller muchos «libros para colorear” destinados a la concentración y la relajación de los adultos.
Y es que el arte como terapia no es ningún descubrimiento nuevo, ya que se ha documentado ampliamente durante mucho tiempo, sobre los muchos y variados beneficios que aporta el arte en general y realizar dibujos en particular. Así lo afirmaba el artista conceptual Bruce Neuman al declarar que: “Dibujar es otra forma de pensar”.
Si tenemos en cuenta que todos los niños lo primero que hacen es dibujar, antes que escribir o leer, esto nos da una primera pista sobre lo verdaderamente esencial que es en realidad dibujar. Y da igual si a medida que crecemos no nos convertimos en un Da Vinci o un Picasso, porque para dibujar no hace falta ser un genio ni poseer una destreza destacable y tampoco su finalidad es precisamente ésta.
En realidad todos «sabemos» dibujar y deberíamos practicar más a menudo y no dejar de hacerlo porque se suele relacionar con la infancia, perdiendo el interés a menos que tengamos una habilidad especial para ello. Pero es importante saber que, dibujar representa una forma única para ordenar nuestros pensamientos y canalizar nuestras emociones. Y una forma muy efectiva, por cierto.
Tabla de contenidos
Entonces, ¿por qué dejamos de dibujar?
Dibujar es apto para todas las edades porque (y esto es lo que más importa), es beneficioso para nuestra salud mental y emocional. Representa un acto de liberación para el pensamiento cuando es dominado por la razón, así como de expresión creativa que aporta orden y sentido a nuestras emociones y sentimientos.
Sin embargo, en las escuelas se ha estipulado por largo tiempo que, una vez que el niño alcanza cierta edad, el dibujar se considera como una mera distracción para el alumno, que más que un refuerzo es contraproducente para su aprendizaje, siendo sistemáticamente eliminado de la enseñanza docente y en muchos casos hasta estereotipado de forma negativa, desvalorizando su enorme potencial para la educación.
“Amputar” a tan temprana edad de forma deliberada esta habilidad natural existente en el niño, lo queramos ver o no, condicionará irremediablemente en su forma de pensamiento, así como eliminar una gran herramienta que le ayuda a canalizar sus emociones de una manera saludable y eficaz.
Y es que cómo ya hemos apuntado antes, todos los seres humanos podemos dibujar porque este acto creativo simplemente se basa en crear líneas y puntos sobre un papel (o sobre la pared, cómo ya hacían nuestros antepasados rupestres).
Un niño que, por ejemplo, no ha dibujado nunca, es ya una evidencia significativa para extrañarse y preguntarse qué le ocurre realmente al niño, porque dibujar es una de las formas que posee para comunicarse con el mundo que le rodea, así como aprender acerca de él y del lugar que ocupa dentro del mismo y el hecho de no hacerlo puede indicar algún tipo de disfunción cognitiva o sensorial.
Pero también los terapeutas especializados en Arte y Creatividad coinciden en que muchos niños descubren otras formas de explorar su propio mundo una vez que crecen, perdiendo el interés en dibujar porque su conocimiento intelectual o capacidad para razonar y usar la lógica, se desarrolla más rápido que su habilidad motora.
De esta manera llegan a un punto, en torno a la edad de 8 ó 9 años, en el que “creen» no saber dibujar lo que su cerebro observa, porque intentan plasmar sobre el papel una perspectiva real y lógica. Esto lleva a que el niño se frustre rápidamente y pierda por tanto el interés en dibujar. Cuando, en realidad, lo importante no es cómo se dibuja, sino lo que se puede llegar a expresar a través del acto de dibujar.
Lo que un simple dibujo puede hacer por nosotros
¿Te ha pasado alguna vez cuando estás hablando por teléfono, que vamos esbozando dibujos de forma espontánea, si tenemos un boli y papel a mano para hacerlo?
Y es que la mayoría de estos dibujos son involuntarios e inconscientes, pero revelan la verdadera naturaleza de lo que significan, ya que al ser esbozos rápidos representan un ejercicio de pensamiento libre, no condicionados por la lógica.
También este tipo de dibujos improvisados revelan la misma naturaleza de cuando “soñamos despiertos” pero plasmándolo en el papel de forma gráfica, algo que es altamente recomendable para cualquier tipo de proceso creativo que queramos emprender, como si se tratara del entrenamiento previo que hace un atleta antes de alcanzar sus marcas diarias.
Asimismo nos ayudan a que nuestra habilidad y destreza para dibujar aumente, reforzando la conexión entre las capacidades motoras y las percepciones sensoriales. Y esto es lo mismo que decir que se establecen en nuestro cerebro muchas conexiones a nivel neuronal que benefician también a nuestro desarrollo cognitivo y al intercambio de ambos hemisferios cerebrales.
Se ha llegado a la conclusión, tras estudiar científicamente los beneficios que tiene dibujar y pintar, que es recomendable hacerlo para enmendar cualquier tipo de estado emocional que nos esté afectando negativamente. Así por ejemplo si estamos tristes, simplemente cogemos papel y lápiz y nos dejamos llevar.
Sin embargo, muchas personas se plantean que no tienen la capacidad para dibujar y optan por no hacerlo, negándose la oportunidad de experimentar y garabatear libremente sus estados emocionales.
Es por esto también que los libros para colorear para adultos se han vuelto tan conocidos y recomendables, porque es apto para todos los públicos ya que todo el mundo sabe colorear un dibujo.
Y es cierto que colorear nos ayuda a la concentración y a la relajación, pero no tiene ni de lejos el mismo efecto que tiene dibujar.
Empieza a dibujar y desafía a tu mente
Si simplemente esbozar unas cuántas líneas y figuras geométricas sin sentido ya estimula nuestro cerebro, imagina lo que hará por él cuando intentamos acometer un dibujo un poco más elaborado, y ya ni te cuento cuando nos ponemos el reto de pintar un cuadro.
Y es que está demostrado que cualquier arte plástica estimula nuestra capacidad de introspección, nuestra memoria y también los procesos cognitivos, previniendo contra el declive de ciertas funciones cerebrales provocadas por la edad.
Para quién crea que no “tiene mano” con el dibujo o que piensa que lo hace de pena, pero que siempre de alguna manera le ha gustado dibujar, lo mejor que puede hacer por su cerebro es empezar a practicar.
Y si resulta que es ambicioso en cuánto al resultado que desea obtener, pues que mejor que empezar con unas clases de dibujo porque nunca es tarde para aprender y esto, además, puede llevar a la persona a sentir nuevas satisfacciones personales desconocidas hasta ahora e incluso sorprenderse de los dibujos que es capaz de realizar.
Recuerda que el arte en cualquiera de sus expresiones es una gran herramienta de terapia emocional porque nos puede ayudar a liberar emociones que están bloqueadas, así como darle salida a nuestros miedos más ocultos.
Nadie te pide que seas un genio dibujando, tan sólo que expreses tu mundo interno. Elimina la creencia de que no sabes dibujar y descubre lo gratificante qué es volver a conectar con tu niño interno y saber que detrás de cualquier garabato, existe una magia capaz de transformar un mal día, en un momento maravilloso. ¿A qué esperas para empezar?