Si cuando ves a alguien por primera vez, comienzas a sudar, a tartamudear o tus manos tiemblan, no debes asustarte, es sólo un indicador que muestra la bioquímica entre tú y esa otra persona. Cuando estás enamorado, se activan determinadas zonas del cerebro, mientras que otras, que son las encargadas de realizar los juicios de valor, se vuelven inactivas ante las personas amadas. De ahí la expresión «ciego de amor».
Por lo general, nos sentimos atraídos hacia personas con rasgos similares a los nuestros, pero tendemos a quedarnos con el olor de aquellas que tienen un sistema inmunológico distinto. Por tanto, el enamoramiento se entiende a partir de numerosas sensaciones, que se apoyan en principios psicológicos, físicos y químicos. Lo llamativo de todo ello, es que antes de que el verdadero amor llegue, ya hemos elaborado en nuestra mente, los rasgos esenciales que debe tener esa persona ideal.
¿De qué trata la bioquímica del amor?
Recientes investigaciones han desvelado que, en la primera fase del enamoramiento, el hombre se lleva por la vista y la mujer por el oído. Sin embargo, ambos comparten el olfato, en concreto las feromonas que son las sustancias químicas que están vinculadas a la atracción y provocan comportamientos determinados en el sexo opuesto.
Como todos sabemos, el enamoramiento no es algo eterno, pues suele durar entre dos y tres años. Tras dicho período, la atracción bioquímica decae y el cuerpo se va haciendo cada vez más resistente a los efectos anteriormente citados.
Cuando estamos enamorados liberamos dopamina, serotonina y oxitocina, todo ello hace que nos mantengamos excitados, llenos de energía y mucha vitalidad. Para los neuroquímicos, es el paso del tiempo y el hábito a esas sensaciones, que hacen que las mariposas en el estómago desaparezcan. A partir de dicho momento, es cuando la frase «Ya no siento lo mismo que antes por ti», se convierte en un tópico entre las parejas que más años llevan.