Si somos objetivos, el amor verdadero (el de pareja) parece que dura poco tiempo. Cabría preguntarnos: ¿Por qué se acaba el amor? ¿Existe esa clase de amor, ese que dura para siempre? ¿Por qué es tan difícil encontrar un amor duradero? ¿Cómo hacer para que ese amor verdadero dure para toda la vida?
Existen muchas razones y motivos para dar respuesta a esto, y es que cada relación de pareja es una historia que contar. Pero, en lo que nos centraremos ahora es en aportar ciertas claves para que esta búsqueda sea más efectiva y que, encontrar al amor de nuestra vida, sea una tarea más fácil de conseguir.
En estos tiempos que corren a una velocidad de vértigo, que buscamos con frenesí encontrar la felicidad y el amor verdadero al lado de alguien especial y que, al mismo tiempo, nos haga sentir especiales, amados, aceptados y valorados.
Tabla de contenidos
1. ¿Cómo saber qué es amor verdadero?
Para empezar, lo primero es empezar a identificar qué es el amor realmente y cómo queremos experimentar ese amor. Vivimos inmersos en la cultura del sufrimiento, aquella que asocia al amor con el dolor, aquella que cada vez que te enamoras corres el riesgo de que te rompan el corazón. El amor es energía de luz, la más pura que existe y si te hace sufrir, entonces no es amor, porque el verdadero amor no te puede dañar jamás.
Ese supuesto amor está basado en carencias y apegos. Para conseguir un amor verdadero, hay que ser libre de todo este tipo de condicionamientos. Sin permitir que pasen los mejores años de nuestra vida en una relación que no nos hace feliz, o bien, sin arriesgarnos a seguir buscando el amor verdadero por miedo a que se repita el dolor de nuestras malas experiencias pasadas. En el amor hay que mostrarse valientes y darnos la oportunidad de que somos merecedores de amar y que nos amen, aunque hayamos tenido malas experiencias.
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2. El miedo es lo contrario al amor verdadero
Librarse de los temores, miedos y de las dudas es necesario para poder encontrar un amor duradero. Los miedos tienen la capacidad de bloquear la energía del amor y de cerrar los corazones. Para poder ser generosos en nuestras relaciones, necesitamos abrirnos y desarrollar mayor confianza en la vida y en el otro, la cuál para ser total ha de ser ciega, y no el amor precisamente.
Para poder amar y que el amor nos encuentre hay que deshacerse de los escudos y de las máscaras, de todo aquello que hemos fabricado para protegernos. La mayoría de los miedos que alimentamos ni siquiera existen en la realidad, sino que son fruto de nuestra mente ilusoria y basada en creencias erróneas. Detectarlas es vital para empezar a transformar el miedo en amor.
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3. Mayor conciencia en las relaciones
Elegir conscientemente una pareja que sea afín a nosotros. Vivir en el presente y pasar página de las experiencias pasadas, es el primer paso para situarse en una posición de elección consciente y no basarse tanto en las carencias a la hora de emparejarnos. Además aprender a vivir en el presente alivia el miedo al futuro.
No podemos irnos con el primero que se nos cruce por delante. Dicen que uno no elige enamorarse, que sucede y no podemos hacer nada al respecto, pero ésta es una verdad a medias. Para elegir con coherencia es preciso no llevarse a autoengaños y saber leer las señales que nos proporciona la interacción con la otra persona.
Y para poder hacerlo, libres de idealizaciones, sin ver en la otra persona lo que queremos proyectar en ella, primero hay que amarse uno mismo y estar presente en todo momento mientras te relacionas. De esta manera, es más fácil saber lo que nos hace sentir verdaderamente la otra persona, sin mente y sin confusión de por medio.
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4. El amor verdadero se crea, no se destruye
Al amor hay que reinventarlo cada día. Una vez que hayamos encontrado a esa persona con la que deseamos compartir nuestras vidas, cuidarla y cultivar ese amor verdadero diariamente es tejer una base sólida para que dure, así como responsabilizarnos de nosotros mismos sin cargarle el peso de nuestra felicidad al otro. Eso significa que nuestras emociones, palabras y actos son nuestra única responsabilidad y no volvamos a caer en la trampa del ego y le echamos la culpa a nuestra pareja de lo que sentimos, decimos o hacemos.
Aprender a ser coherentes en nuestro discurso y en nuestra relación de pareja es el puente para que una relación sea sana y equilibrada, y que al igual que das, recibes de la otra persona, en la misma medida, de lo contrario empiezan los conflictos y se naufraga en la exigencia mutua. Es necesario siempre construir nuevos patrones de relación amorosa, no quedarse en lo que ya sabemos, sino seguir experimentando y reinventándose a cada momento, sin dejar de explorar los infinitos territorios del amor y los sentimientos. En una relación empiezan los problemas cuando ésta se estanca y cae presa de las rutinas, por eso es muy importante mover la energía que les une, renovando su amor día a día.
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5. La importancia del compromiso
Una idea frecuente es que el amor verdadero no conoce límites ni distancias, una frase que en ciertos momentos difíciles, puede ser muy reconfortante escucharla. Sin embargo, es una frase que se refiere sobre todo al compromiso, a comprometernos con esa pareja, porque al darnos cuenta de que nuestro amor por alguien es verdadero, todas las barreras, obstáculos e impedimentos, sólo son oportunidades para consolidar aún más la relación y hacerla fuerte frente a las adversidades.
El amor nos da alas y nos moviliza a hacer cualquier cosa, por imposible que sea, porque afrontamos nuestras propias limitaciones y derribamos todos los contratiempos porque un amor verdadero necesita de nuestro esfuerzo, dedicación y perseverancia para mantenerlo vivo, algo que hacemos casi instintivamente al comprometernos.
Pero el compromiso parece que alude a una idea colectiva mal gestionada, significando justo lo contrario: ataduras y falta de libertad. Sin embargo, esto es algo erróneo porque de igual manera se concibe el amor de forma equivocada también. Amar de verdad debe ser una experiencia liberadora, y jamás hacernos sentir prisionero, cautivo o dependiente del otro.