Hay gente que cree que por decir a todo que sí es una buena persona o eso es lo que van a creer los demás. A veces no saber decir «no» esconde más bien pereza moral y falta de amor. Supuestamente aprender a decir “no” es un arma que sirve tanto para marcar nuestro territorio y no vernos “atropellados” por las exigencias de los “demás” (todos aquellos que interactúan cotidianamente con nosotros en nuestro trabajo, en la calle y en los distintos ámbitos) sino también todos esos “otros” que amamos y respetamos, como nuestros hijos, padres, parejas, hermanos, etc.
“No”, aunque es una palabra que nos remite a veces a lo negativo, no es siempre negativa así como el “Si” no es siempre positivo.
Más allá de ver el no sólo como un arma de defensa social, también debemos aprender a decirnos «No» a nosotros mismos. El «no» implica una responsabilidad y no es tan simpático y risueño como el «si». Cuando alguien dice «no» todos los demás saben que no está actuando para complacer a nadie y fácilmente se le podría acusar de egoísta.
Pero si entendemos la necesidad real de decir que no en determinadas ocasiones no tendremos que tener cuidado como poner la voz para dar una negativa o usar tácticas lastimosas que nos dejaran mucho peor parados, que si sabemos decir no con sinceridad y sin que nos quede nada pro dentro.
¿Cómo saber si hay que decir que «no» o que «si»? Parece una pregunta tonta pero es esencial. Nos pasamos la vida pensando la mejor manera de interactuar con nuestros semejantes. A veces decimos no cuando queremos decir si y viceversa. Para lograr que las relaciones a nuestro alrededor nos brinden satisfacciones y alegría en vez de conflictos y desilusiones debemos tener una actitud asertiva a la hora de comunicarnos.
Decir «no» frente a la actitud asertiva
Una actitud asertiva es una actitud intermedia. No se trata de explotar a los demás ni de ser explotado, sino tener relaciones recíprocas y ecuánimes donde todos ganen. No es correcto que seamos agresivos y pensemos sólo en nuestras necesidades al interactuar con los demás. La gente egoísta, narcisista, manipuladora que cree pasando sobre los otros llega más rápido a sus fines comete un error fatal de cálculo y más temprano que tarde tendrá que replantearse su manera de actuar.
Pero no estamos hablando de ese extremo en este caso, nos preocupa el otro lado, los que no saben decir que no: la gente pasiva, que por miedo al rechazo, al qué dirán y por no estar segura de lo que quiere y necesita, o de cuáles son sus derechos como individuo, se pliega a la voluntad y necesidades de los demás, lo cual le va lesionado la autoestima logrando que en búsqueda de más y más aprobación, se vea envuelta en relaciones de dependencia y se vuelva blanco perfecto de todo tipo de depredadores sociales y emocionales.
Todos necesitamos una cuota y un espacio en donde podamos desarrollarnos como individuos; y cederle esa responsabilidad a los demás escondiéndonos detrás de una supuestas ganas de complacer o “no molestar” se convierte, más allá del victimismo en un tipo de cobardía y falta de sinceridad, y también una falta de amor con nosotros mismos y con los demás.
Decir «no» implica tomar una posición
En la Divina comedia de Dante hay un círculo en el infierno para aquellos que no tomaron partido y es que decir «No» implica tomar una postura clara ante determinadas situaciones. Una madre que no sepa decirle que «no» a su hijo, estará cometiendo por desidia, pereza o falta de atención un pecado terrible al no procurarle a su hijo herramientas para establecer sus propios límites.
Si Rosa Parks, una mujer negra en Alabama (EE.UU) en 1955 no hubiera dicho “no” al chofer de autobús que le exigía que le diera su puesto a un hombre blanco (porque así lo estipulaba una racista ley) no hubiese estallado el movimiento de derechos civiles en Estados Unidos que logró que hoy en día no sólo los afroamericanos no tengan que cederle su puesto a los blancos, ni viajar en la parte de atrás del autobús, como que Estados Unidos sea presidida hoy en día por un afroamericano.
Aprender a decir “No” no es difícil, si tenemos claro cuáles son nuestros valores, cuales son las cosas que estamos dispuestos a hacer por los demás y cuáles son las que necesitamos nosotros para sentirnos plenos. Implica sinceridad con nosotros y con los demás porque cuando decimos no por una causa justa estamos siendo valientes y defendiendo las cosas en las que creemos.
Implica amor por nosotros mismos y por los demás, porque cuando nos decimos «No» a nosotros mismos para no volver a caer en una relación tóxica o para no fumarnos un cigarrillo más estamos salvándonos a nosotros y a los demás de permitirnos cosas que nos lastiman y todo por desidia o incapacidad de poner límites. Por eso es importante aprender a decir que «no».