Las personas tenemos un reloj interno, que está conformado por los llamados ciclos circadianos, determinado por la genética de cada uno.
Existen tres grupos de personas diferentes: las que tienen un ciclo circadiano de más de 24 horas, otro con un ciclo circadiano de menos de 24 horas, y un tercer grupo con un ciclo circadiano normal, aproximadamente de 24 horas, que representan a la mayoría.
Tres tipos diferentes de personas según cómo sean sus ciclos circadianos
Tener un ciclo circadiano u otro importa a la hora de que el sueño sea más pesado o más ligero en las personas. Por este motivo, hay personas a las que les gusta levantarse temprano en la mañana, los madrugadores, y luego están los que les gusta acostarse tarde, los trasnochadores.
Varios estudios científicos inciden en la probabilidad de que, según el tipo de ciclo o ritmo circadiano, las personas tienen una tendencia u otra. Los tres grupos de personas (las que se acuestan tarde, las que se levantan temprano y las que se sitúan en un término medio) constituyen lo que llamamos cronotipos.
“La mayoría de las personas no es ni una cosa ni la otra, son neutras, pertenecen a un tipo intermedio, y suelen levantarse cuando se hace de día y desconectar cuando empieza a hacerse de noche”, asegura F. M. Brown, profesor y director del Human Performance Rhythms Laboratory de la Universidad Estatal de Pensilvania.
Entre las personas madrugadoras y trasnochadoras también hay casos extremos y leves. A estos casos particulares se les ha denominado simpáticamente alondras y buhós, siendo los más madrugadores las alondras y los más trasnochadores, los búhos. Cuanto más extremo sea el cronotipo, más difícil le resultará a la persona cambiar sus hábitos del sueño.
Los que madrugan son más felices
Cambiar los ciclos de sueño no es una tarea fácil, pero si la persona que es trasnochadora desea levantarse más temprano puede serle útil limitar el uso de luz artificial en la noche y dejar que entre la luz natural por la mañana. Con la edad, los ciclos circadianos varían ligeramente. Los adolescentes suelen ser más trasnochadores, asegura Brown. Como el tiempo total de sueño disminuye con la edad, las personas mayores tienden a hacerse más madrugadores.
Un estudio científico afirma que los madrugadores son más felices. Las alondras suelen tener una actitud más alegre y dinámica en contraste con los buhos que se muestran más taciturnos, melancólicos y poco activos. Las investigaciones sugieren una relación entre el secreto de la felicidad con los hábitos diurnos.
El famoso refrán que dice “A quién madruga, Dios le ayuda” puede referirse justo a esto. El estudio explica como una mayor exposición a la luz natural, actúa como un estimulante altamente positivo en las personas, obteniendo una mayor concentración, más alegría y más organización en sus vidas, son más productivos por la mañana y sobre todo, tienen menor riesgo de sufrir enfermedades mentales como la depresión.