La ansiedad es una respuesta emocional o conjunto de respuestas en la que intervienen aspectos corporales y fisiológicos, es un sentimiento de miedo, desasosiego y preocupación, la ansiedad está asociada muy frecuentemente a preocupaciones excesivas.
Un trastorno de ansiedad puede hacer que te sientas ansioso casi todo el tiempo sin ninguna causa aparente. Las sensaciones de ansiedad pueden ser tan incómodas que, para evitarlas, suspendas algunas de tus actividades diarias.
Los ataques de ansiedad generalmente son tan intensos que aterrorizan e inmovilizan.
Algunos Síntomas de la Ansiedad:
- Nerviosismo
- Inquietud o impaciencia
- Cansancio generalizado.
- Irritabilidad
- Tensión muscular.
- Incapacidad para relajarse.
- Alteraciones del sueño.
- Sudoración, mareos.
5 pasos para combatir la ansiedad:
1. Comunícate: Cuando la ansiedad y las preocupaciones te embarguen, habla y exprésate, llama a un amigo o a una persona de tu entera confianza. Es una estrategia recomendada por los expertos. Buscar ayuda fuera puede aliviar la ansiedad al proporcionar otras perspectivas. Nuestro “amigo” nos escuchara y nos guiara, solo con esto ya comenzamos a sentirnos mejor. Comparte tus Problemas, es necesario que expreses y reconozcas que es lo que te está generando tanta incertidumbre y temor, una vez que exterioricemos el motivo de nuestro problema abriremos los ojos a la realidad.
2. Analízate y llega al fondo de tus preocupaciones: Debes pensar seriamente en esa situación que te genera tanta ansiedad. La ansiedad suele ocurrir porque no podemos controlar nuestros sentimientos y entonces acabamos sufriendo las consecuencias en nuestros órganos. Normalmente suele reflejarse en cansancio general, dolores de estómago y de cabeza, pero también se presenta con dolores musculares, hambre o falta de apetito, reacciones alérgicas, falta de coordinación o concentración. Debes reflexionar ¿realmente esta todo tan oscuro?, ¿qué pasaría si ocurriese eso que tanto anhelas?, ¿serias realmente feliz? Es importante que saques en claro cuál es el motivo de la ansiedad, si realmente tu preocupación es motivada o no has valorado a conciencia los pros y los contras de esta situación.
3. Pensamiento Positivo: Mantén tu pensamiento en situaciones positivas, céntrate en los beneficios que te aporta esta nueva situación, por muy difícil que te parezca, siempre hay factores positivos en todas las situaciones, disfruta de ellos también, y piensa que la vida hay que asumirla tal y como viene. Nada realmente puede ser tan malo, además, pronto veras la luz al final del túnel y entenderás un poco más porque has tenido que superar este duro aprendizaje. Tu mente sólo puede pensar en una cosa cada vez. Es imposible pensar dos cosas al mismo tiempo. Si te viene a la mente un pensamiento negativo, sustituyelo por otro pensamiento positivo. Piensa lo opuesto, lo contrario. Tómalo como un ejercicio mental, aunque te parezca absurdo. Si estás poniendo verde a un compañero de trabajo, piensa que lo estás poniendo por las nubes. Si te estás haciendo una autocrítica feroz, resalta tus características positivas, Veras como comienzas a cambiar.
4. Mantente Ocupado: No permitas que ninguna preocupación te mantenga aletargado y congelado, muévete y haz otras cosas mientras se va solucionando esta situación. El mantenerse con la mente ocupada en cualquier tarea aleja las emociones negativas, Sin embargo generalmente hacemos exactamente lo contrario, si no tenemos nada que hacer, permanecemos ociosos y desocupados, tristes y desesperados. Mantenernos activos, ya sea física o mentalmente, será la clave para alcanzar la felicidad. Somos más felices cuando estamos más ocupados.
5. Aprende técnicas de relajación y sigue una rutina de entrenamiento físico: Practicar ejercicio físico y técnicas de relajación como el Yoga o el Taichi, serán muy beneficiosos para ayudar a nuestro organismo y a la misma vez nos permiten reencontrar la paz interior o por técnicas como la relajación muscular progresiva o la respiración diafragmática. El ejercicio constituye una distracción efectiva de los acontecimientos estresantes. Los trabajadores que llevan un estilo de vida activo solicitan menos bajas por enfermedad que los trabajadores más sedentarios. El estrés resulta menos peligroso en el organismo físicamente activo. El corazón y sistema circulatorio pueden trabajar más duro durante mayores periodos de tiempo y los músculos, ligamentos, huesos y tendones se vuelven más fuertes y flexibles.