La soledad es un término que evoca tristeza y nos habla de castigo y desolación. Y aunque cada año se editen miles de libros enseñándonos a estar solos y personajes importantes propongan la soledad como una necesidad de los espíritus desarrollados, la verdad es que nadie quiere estar solo.
¿Cómo podría ser la soledad amiga de alguien que no quiera ser monje, ermitaño o filósofo?
Todos queremos y necesitamos amor, compañía, amistad.
En nuestra sociedad la soledad es sinónimo de aislamiento, pobreza, marginación y fracaso.
La expresión más común sobre el éxito sostiene: “Es Rico y famoso”, bueno, famoso es porque lo conoce mucha gente por lo que su queja más habitual es “que nunca pueden estar solos”
Si se dice que una mujer terminará sin marido o sola, se la condena.
Si se dice que alguien terminará solo y en la ruina, se le condena.
Si un criminal es muy peligroso se le “aísla” y si alguien está “loco” también.
Los peores castigos que infringe el hombre a sus semejantes pasan por la soledad: en las antiguas culturas a los diferentes y a los criminales se les condenaba al “destierro”.
El desierto es terrible sobre todo porque es un lugar muy “solitario”.
Una de las peores cosas que tiene la muerte es que en un momento , nos aleja de todo y nos condena a una soledad desconocida.
La soledad tiene tan mala prensa que más de una persona maravillosa por ahí prefiere estar mal acompañada, que atreverse a estar sola.
Sin embargo, para filósofos misántropos como Shopennhauer la soledad es el destino de los espíritus excelentes.
Aunque eso sólo para gente como Shopenhauer que pensaba mucho y en profundidad, porque “superficialmente” la soledad suele resultar antipática y aterradora.
Los suicidas se sienten solos, y también quienes han sido abandonados.
Los deprimidos quieren estar solos.
La soledad también es amiga de los genios y de los santos
Así como la soledad es compañera fiel de los execrados y de los marginados del mundo, también la soledad es la hermana de los santos y de los grandes visionarios.
Cristo pasó un periodo en el desierto antes de volver a su tierra a predicarle a los hombres.
La soledad de Beethoven fue la madre de uno de los milagros musicales más notables de todos los tiempos.
Los viajeros que han atravesado en barcas endebles el pacífico o que han volado miles de kilómetros en los primeros aeroplanos fueron unos solitarios descomunales.
Los grandes hombres hablan de la soledad de las “cimas”.
Y solo quien no le teme a la soledad es capaz de coronar el Everest o volar en parapente sobre el desierto Chino.
Una oración se recita en soledad.
Una melodía sólo te susurra a ti su verdadero sentido.
Muchas horas solitarias pasaron Einstein, Picasso, Mozart o Sor Juana Inés de la Cruz, Emily Dickinson o Isadora Duncan para entregarle su genio a los hombres.
Pero entonces, la soledad es ¿amiga o enemiga?
Así como todos no tenemos el mismo gusto para los amigos, la soledad puede ser nuestra aliada o nuestra enemiga, según seamos capaces de convivir con ella y respetarla como un territorio de nuestra mente, nuestro corazón y nuestro espíritu así como una condición básica de nuestra humanidad.
Así como la naturaleza no es nuestra amiga ni nuestra enemiga sino que sólo “es” la soledad puede ser una trampa o una liberación según seamos capaces de explorarla con valor.
Es en sitios solitarios donde los dioses se encuentran con los hombres.
Por lo que…
La soledad es amiga si te gusta pensar, oír tu propio interior, si te sientes a gusto contigo mismo.
La soledad es enemiga, si eres vacío y sólo existes en base a lo que los demás digan o piensen de ti.
La soledad es amiga, cuando necesitas entender tus sentimientos, saber si amas o sólo deseas, saber si odias o ya has logrado perdonar.
Pero la soledad es enemiga si la usas para evitar enfrentarte al mundo y a tus sentimientos o si no te permite hablar y te deja aislado de todos.
La soledad es tu amiga, si necesitas tomar decisiones y saber en qué momento de tu vida estás parado.
Pero es tu enemiga si de tanta soledad o tanto desarraigo ya no sabes a donde quieres estar o ir.
Es amiga cuando te protege.
Pero es enemiga, si la utilizas como excusa para no amar a los demás, para no abrirte al mundo que te rodea, para no ser generoso con tu vida.
( Y entonces la avaricia es un tipo de soledad o la soledad te condena a la avaricia)
La soledad es amiga cuando la utilizas para aprender, para crecer, para mejorar en todos los planos y niveles de consciencia.
La soledad es enemiga si te escondes detrás de ella para no enfrentar tus miedos y superar tus debilidades.
La soledad es amiga si no le tienes miedo y si no te desesperas ante los latidos de tu propio corazón
Pero la soledad es enemiga si te arrastra a rincones oscuros de tu infancia que aún no te atreves a desenterrar, como quién hace limpieza en el desván.
La soledad es amiga sino se la echas a nadie en cara ni culpas a los demás de no darte suficiente compañía y es enemiga cuando te hace aferrarte a alguien sólo porque te niegas a enfrentarla.
También es amiga si cultivas tu mente y tu espíritu y sabes disfrutar de un buen libro o una buena melodía pero es tu enemiga si aún perdido entre la gente , noche tras noche , fiesta tras fiesta no dejas de sentirte abandonado.