Como ya hemos observado en artículos anteriores, para el padre de la numerología, Pitágoras el número uno simboliza el Espíritu, la base y esencia de todo. Un Dios del que derivan todas las cosas. Este poder reside principalmente al encontrarse en el centro del universo, ello significa que es el origen de todo pensamiento. Además, sin este ningún número podría existir, ya que el uno crea el resto de cifras por multiplicación.
El uno en astrología se relaciona con el signo de Leo y está regido por el Sol. Del mismo modo, en el tarot el arcano es el que empieza el viaje alrededor de los 22 arcanos y en la numerología es quien inicia el camino evolutivo de los 9 ciclos que componen cada etapa de la vida. Por tanto, una cifra que representa el punto de partida y el impulso inicial, así como aportar estructura a nuestro Ego, al posicionarnos en el mundo.
El número 1 y su personalidad
Estamos ante el símbolo del principio, de la creación, de la ambición, la voluntad, la independencia y la autoridad. Su lado oscuro puede representar en ocasiones el egoísmo, la soledad, el individualismo y el aislamiento en el éxito.
- Líder nato: según las característica ya citadas comprobamos que el 1 origina ideas y acciones. Además con la fuerza de su voluntad y su capacidad pionera e individualista genera iniciativa.
- Extremadamente individualista: único, original, que no se conformará con los caminos preestablecidos para hacer las cosas. Por tanto, la audacia y la autosuficiencia dominarán en sus relaciones con el mundo. Normalmente las personas así son inevitablemente ambiciosas. Al ser la independencia un valor clave para aquellos individuos influenciados por el uno, pueden convertirse en egoístas o excesivamente abstraídos en sí mismos.
- Exceso de autosuficiencia: puede volver difícil la colaboración o siquiera la capacidad de escuchar otras posturas o posiciones. Esto puede convertir a la persona en déspota.
Como todo tiene una solución, estas personas pueden obtener el equilibrio a partir de la tolerancia, la apertura y la humildad. Por lo que deben aprender a dudar un poco de sí mismos y a ser menos rígidos con su visión de las cosas. En definitiva, todos nacemos con una potencialidad. Las personas marcadas por el uno tienen el mundo a sus pies, pero sólo si son capaces de entender a los demás y de darles la libertad que exigen para sí mismos.