Los maestros espirituales son aquellos que hacen vibrar nuestra alma y la iluminan. Gracias a ellos obtenemos la sabiduría, la paz interior, ayudándonos a evolucionar y a encontrar el camino adecuado, guiando cada uno de nuestros pasos. Ellos nos enseñan las leyes del Universo, nos acompañan en las diversas pruebas que la vida nos pone y tratan de orientarnos en todas nuestras etapas.
Actúan como una fuerza poderosa en nuestras vidas, siempre y cuando nos mostremos abiertos, con ganas de aprender. Al tratarse de seres con una evolución superior, cada uno de ellos tiene su propia misión. Dedican su vida a desarrollar y enriquecer el espíritu, por ello viven con humildad y mucha sencillez.
Vivimos en una sociedad en la que tenemos maestros para todo, para aprender a nadar, para montar a caballo, para tocar el piano, etc…pero no apreciamos que es fundamental tener un maestro que nos enseñe la esencia del alma, lo verdaderamente importante de la vida.
Aunque pensemos lo contrario, lo cierto es que es muy sencillo reconocer a un maestro espiritual. Cuando sus palabras, sus consejos o sus acciones llenan nuestro vacío, resolviendo nuestras dudas y llenando a nuestro corazón de alegría, esperanza y motivación, estamos sin duda, ante un verdadero maestro espiritual. Si buscas un maestro espiritual de forma sincera y con un fin, lo terminarás encontrando de una forma u otra y cuando menos lo esperes. Para ello, debes dejar atrás el egoísmo, la avaricia, la competitividad y tratar de vivir feliz con lo que tienes.
Beneficios de los maestros espirituales
Un maestro espiritual nos ayuda a evolucionar, actuando como un fiel instructor. Nos muestra los distintos tipos de senderos y nos anima a no alejarnos de ellos.
Es nuestro guía y compañero constante en el camino de la vida. Recorre todo el trayecto con nosotros, hasta llegar a la meta. Por largo que sea, nunca nos abandonará.
Es un amigo que conoce nuestros defectos y virtudes. Además, es muy consciente de todas nuestras acciones y decisiones. En cada paso que demos, muestra su amor incondicional.
Encamina nuestra alma y la enriquece. La vida nos ofrece evolucionar, mejorar, cambiar y precisamente, un maestro espiritual se esforzará en estas acciones.
Nos enseña el proceso de la meditación, a encontrarnos con nosotros mismos, alejándonos del mundo material que nos rodea. Por esta razón, es muy importante depositar todo nuestra confianza y entrega en dicho guía espiritual. Una forma de hacerlo, es poner en práctica las instrucciones que nos recomienda.
Un verdadero maestro, nunca nos va a forzar a hacer algo, pues respetará ante todo nuestra libertad. Tan solo se esforzará por trabajar nuestra alma y los rincones más secretos de nuestro corazón.
«Solo existen dos días en el año en el que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto, hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y principalmente vivir». Dalai Lama.