Tras una ruptura ambos miembros de la pareja, o al menos uno suele pasar por múltiples etapas, entre ellas la indiferencia. Todas son inevitables, así como necesarias para superar lo sucedido y poder atravesar la ruptura. Un momento de la vida en el que se manifiestan y experimentan una mezcla de sentimientos como consecuencia de la perdida de esa persona tan especial. Del mismo modo que el amor entra de una forma especial, cuando se acaba también se puede convertir en una pesadilla. Por esta razón es importante vivir cada una de las etapas frecuentes tras una separación y recordar que el sufrimiento no es eterno. Durante días o meses las emociones se convierten en las protagonistas llegando incluso a afectar la propia salud de la persona. Todo tiene un tiempo, pero no hay que caer en la desesperación, ni la tristeza, ni el dolor constante, pues simplemente son etapas que se deben pasar y aunque hayan momentos las situaciones cambian, al igual que el estado de ánimo.
No trates de aferrarte al pasado, tampoco te lamentes por lo que no pudo ser, al final si una relación llegó a su fin es porque no convenía. Lo primero que ocurre tras la separación es la negación, no quieres hacerte a la idea que ha ocurrido y que esa otra persona no volverá a estar en tu vida, por lo que digan lo que te digan no servirá de nada, sólo tú sabrás como cambiar ese estado en el que te encuentras. Tras este periodo, llegará la recuperación donde se reflexiona de todo lo ocurrido, también se experimenta el rechazo y posteriormente la indiferencia.
Poco a poco las cosas se van viendo de otro modo y con ello aparecerá finalmente la aceptación, donde volverás a ser la persona que un día conocieron tus familiares, amigos y entorno más cercano. En este momento comienzas a centrarte nuevamente en tu vida, tus metas, proyectos y de forma totalmente inconsciente pensarás menos en esa persona.
Se pasa por un momento de dolor, de duelo por esto se recomienda la indiferencia ante aquella persona por la que tantas lágrimas has derramado. Una vez que te des cuenta todo lo que has pasado y vivido optarás por la indiferencia y el dolor irá desapareciendo con el paso de los días y las semanas. No se trata de ser indiferente para demostrar nada, tan sólo para recuperar tu bienestar y equilibrio emocional.
Indiferencia y motivos
- Optas por meter en el ‘saco’ de la indiferencia a esas personas que eliminan la sonrisa de tu rostro, que te han aportado más dolor que felicidad.
- Decides mostrar indiferencia cuando pones en una balanza y compruebas que fueron menos los momentos felices que tus lágrimas.
- La indiferencia aparece tras un determinado periodo de tiempo que dependerá de cada persona y una vez que el dolor ya ha pasado.
- Junto a la indiferencia llega una frialdad emocional fruto de la decepción.
- Con la indiferencia se aleja la compasión y aparece la fortaleza. No hay que confundir, pues una persona toma a la indiferencia de la mano, pero su exterior puede mostrar simpatía.
- La indiferencia también equivale a libertad y no estar pendiente de otra persona, sino un estado de frialdad ante alguna situación que le afecte.