Cuando una pareja decide emprender un camino juntos compartiendo y conviviendo, el espacio personal pasa a determinar un lugar importante en la relación.
Las relaciones cada vez parecen más complicadas por la autosuficiencia de ambos miembros y porque las exigencias van en aumento.
Es importante que antes de «crear un nosotros», se ha de crear un yo, es decir, alguien entregado a sus propios deseos y aspiraciones personales.
Encontrar la forma de conseguir que ese «yo» no se desvanezca dentro de un «nosotros», sin tener que renunciar a nada, puede ser más sencillo de lo que parece.
Espacio independiente vs espacio personal
Entre las fases que va atravesando una relación de pareja, existe un punto de inflexión clave. El momento en que se renuncia al espacio independiente y se apuesta por uno personal. Son muchas las relaciones que pasan por una crisis cuando empiezan a compartir techo.
No es de extrañar que una serie de hábitos, manías y formas de ser ocultas salgan a la luz. Querer cambiar por completo ese mundo formado a lo largo de los años, es casi imposible.
Una lucha que acabará desgastando la relación, dinamitando por completo el destino. La adaptación es el mejor de los métodos posibles, frente a una excesiva rigidez.
El espacio no es un único problema. También existe el tiempo de cada uno. Poseer unas rutinas en solitario es algo beneficioso para ambos. Se tiende a pensar que una pareja debe hacerlo todo junta para poder ser parte el uno del otro.
Pero, en realidad, son dos seres distintos que necesitan crecer y expandirse por separado. No siempre teniendo las mismas aficiones la pareja funcionará, estadísticamente no garantiza el éxito y, en determinados ámbitos, puede ser la causa principal de la ruptura.
Tener un negocio juntos o trabajar en sectores similares, a priori puede parecer maravilloso, pero la realidad es muy distinta.
Un espacio personal como medida preventiva
El espacio personal, esas aficiones o tiempo propio, es más valioso de lo que podemos llegar a pensar. No se trata solo del lugar al que destinamos parte del tiempo que no pasamos en pareja, sino que actúa de medida preventiva.
Mantener amistades, rutinas o elementos fuera de la pareja puede ser una pequeña tabla de salvación muy necesaria. En caso de ruptura o de estados de conflicto, ese pequeño espacio se convertirá en lugar de reflexión y de refugio para poder hacer frente a los elementos propios de una relación de pareja.
La dependencia excesiva que se genera cuando no existe este espacio, puede ser abrumadora para ciertas personas. De tal forma, que se acabe deteriorando muy rápidamente, una relación que parecía destinada al éxito.
Sea de forma, más o menos evidente, ambos miembros de la pareja necesitarán ese lugar de encuentro fuera de su propio ratio de influencia. Además de ser beneficioso para ambos, también será un vínculo con el exterior que los enriquecerá con nuevas aportaciones.
Es vital disponer de un espacio personal en la pareja si realmente se quiere que funcione a largo plazo. No hay que dejar atrás el ego sino más bien, integrarlo en un nosotros lleno de matices y de espacios para cada uno de los miembros de la relación.