Tauro es el primer signo fijo de tierra de la rueda y está regido por el planeta Venus, representante del amor, la belleza, el arte y los placeres y lujos de la vida.
Todo suena muy bien hasta ahí. Sin embargo, como a todos los signos del zodíaco su mala fama le precede y, entonces, de Tauro se dicen cosas como estas:
«Tercos, indoblegables, testarudos, “cabeza cuadrada”, orgullosos, egocéntricos,“no dan su brazo a torcer”, “demasiado prácticos”, “no se disculpan”, “son de ideas fijas”, posesivos, celosos, etc».
A estas alturas, a lo mejor, los Tauro ya han dejado de leer este artículo (y no tan así sus parejas o allegados).
Pero no hay que asustarse, ya que estamos hablando de la mala fama que precede a este signo y que vamos a tratar de explicar para dejarnos de malos entendidos.
Así que, si Tauro sigue leyendo estas líneas, que sepas que vamos a hablar bien de ti también.
Seguridad VS Pereza
Resulta que Tauro es de tierra y fijo lo que le convierte en una de las criaturas más estables del zodíaco.
Es decir, a este signo le gusta la paz, la tranquilidad, la serenidad y eso requiere sobre todo de que las cosas no estén cambiando de un momento a otro.
¿Qué seguridad puede encontrar uno en alguien que todo el tiempo cambia de opinión o se va a los extremos continuamente? Pues ninguna.
Es verdad, que la parte “negativa” de la seguridad y la estabilidad puede ser la comodidad, la pereza y la incapacidad de salir de su zona de confort, pero hay que reconocerle a Tauro que la capacidad de llegar a unas decisiones y mantenerlas es lo que hace que los demás le acusen de “terco”.
Y es que sabe que no será fácil hacerle cambiar de opinión cuando se ha comprometido a algo o ha llegado a una conclusión.
Y claro, esto puede ser terrible si la conclusión a la que ha llegado es que a su pareja le ha sido infiel o que la relación no funciona, porque no es muy dado a tolerar argumentos contrarios o a reconsiderar sus emociones.
La parte celosa y posesiva de Tauro
Estar regido por el planeta del amor, Venus, te hace muy inclinado a la sensualidad.
Lo que quiere decir, que te encanta poseer las cosas, tenerlas solo para ti, devorarlas.
Eso hace que la Casa II, la que habita Tauro, sea la casa de las posesiones, los valores y los talentos, pero también hace que las personas de este signo se aferren mucho a sus objetos y también a sus pertenencias emocionales.
Aunque ya sabemos que ninguna persona le pertenece a otra, y mientras decimos esto recordemos que la gente dice: “mis hijos”, “mi marido”, “mi vida”, “mi trabajo”, etc.
Y así mismo, Tauro, que muestra una abnegación y un cultivo delicado de todo lo que cree que a él le pertenece también, puede mostrarse, en sus momentos más oscuros, excesivamente creído de ese derecho y actuar como si una pareja, un hijo o un amigo fuese de su propiedad, lo cual contribuye, sin duda, a esa mala fama.