La historia que envuelve a los cátaros está enmarcada en una especie de halo de santidad misteriosa. Esta sociedad que se desarrolló y extendió, sobre todo en el sur de Francia, a principios de la época medieval está marcada por la tragedia de unos hombres y mujeres que creían en la esencia del amor puro, haciendo de éste la base en la que se construía su doctrina, así como su filosofía de vida. Asimismo, su fe era cristiana (aunque muy distante de la católica), teniendo a Cristo y María Magdalena como sus dos referencias más destacadas y lo que su unión representaba.
Los principales países dónde se afincaron durante los siglos XI – XIV fue en Francia (Occitania), España, Italia, Alemania y Flandes. Se dice que los cátaros eran los descendientes de civilizaciones antiguas como la Atlántida, Arcadia o Hiperbórea, de las que también surgieron las principales civilizaciones más conocidas en nuestro tiempo como la egipcia y la maya, o corrientes espirituales como el sufismo o el budismo. Todas dando como resultado común sociedades y civilizaciones muy elevadas espiritualmente.
Su legado ha quedado registrado en la extensa evidencia que permanece hoy día de su existencia, allí dónde vivieron, dejando huellas arquitectónicas, como los famosos castillos cátaros, de gran valor humanístico, así como muchos monumentos representativos del mensaje cátaro que quisieron transmitir al mundo, dónde valores como la fraternidad, el amor puro, la libertad y la igualdad se marcaban a fuego en su ideología.
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La injusta cruzada en contra de los cátaros
Los cátaros se hacían llamar «hombres y mujeres buenos» pues dedicaban toda su vida a hacer el bien, trabajando las virtudes de bondad, amor, sabiduría, paz y armonía, inherentes y propias al ser humano. De hecho, el catarismo era una forma de vida, ( y no una religión o un dogma) dónde compartían todo con el prójimo y viviendo de manera humilde y sencilla. También implicaba que toda su vida se basaba en una conexión espiritual muy elevada, la cuál llevaban a todos las áreas de su vida, desde la manera en la que se alimentaban, se vestían, se comportaban, trabajaban, se relacionaban hasta en su poesía, música, pintura o cualquier creación artística. Todo era llevado a la manifestación «perfecta» o «pura» del alma.
En todos aquellos lugares dónde el catarismo se arraigó, florecieron sociedades que vivían de una manera muy diferente a cómo se hacía en la época de su apogeo, obteniendo una rápida acogida debido a su carácter pacífico, encontrando seguidores por todo el mundo que compartían sus elevados ideales. El feudalismo imperante en la época medieval contrastaba demasiado con estas comunidades adelantadas a su tiempo, que prodigaban prosperidad material y espiritual, llamando la inevitable atención de la Iglesia Católica que pronto empezó a verlos como un problema y un peligro para la supervivencia de su incipiente estatus de poder.
Y así ocurrió que un día empezó una terrible cruzada en contra de ellos que inició el papa Inocencio III, masacrando sin piedad a todos aquellos seguidores del catarismo y arrasando cada lugar dónde se asentaban. De esta manera, la Iglesia Católica, unida a otros intereses políticos y feudales, se aseguró de erradicar a esta floreciente cultura cátara a lo largo de un siglo.
Pero cuenta la leyenda que los cátaros más que una derrota vivieron esta dramática circunstancia como una oportunidad más de elevar sus ideales, teniendo claro que, a pesar de la oscuridad imperante, la luz y el amor puro nunca morirían con ellos, porque su legado es inmortal.
“Dentro de setecientos años el laurel reverdecerá y los cátaros volverán a la Tierra”
Con estas palabras Guillem de Belibaste, uno de los últimos perfectos cátaros en morir quemado en la hoguera, predijo que el resurgimiento de todos los valores espirituales del catarismo volvería a ser una realidad en un futuro no muy lejano y es ahora, en la actualidad, cuando esta profecía se ha de cumplir, pasado el tiempo pronosticado. Y es que, este gran hombre sabio, místico y profeta, también conocía bien la Astrología y sabía que en la Era de Acuario es cuando seria posible que el paradigma espiritual volvería a abrir los corazones de los hombres y mujeres, elevando de nuevo la conciencia a nivel global.
El enigma del Santo Grial y los cátaros
La historia de los cátaros converge inevitablemente con las leyendas en torno al Santo Grial, cuyo concepto está unido al misterio de su origen y significados propios. Más allá de la simple forma de un cáliz, el Santo Grial según el catarismo es aquel que yace en el interior de cada Ser y que, al igual que el símbolo de la cruz (cuyo origen también proviene de los cátaros y no del cristianismo), posee dos niveles: el físico y el espiritual, o, el terrestre y el celeste.
Para entender lo que subyace dentro de la importancia que tenía el Santo Grial para los cátaros, nos tendríamos que remontar a sus orígenes y como la sangre de Cristo fue vertida en su interior para que se mantuviese inmortal y con él la esencia del verdadero mensaje de Jesús. Esto va unido necesariamente a personajes como María Magdalena o José de Arimatea, quién fue el encargado de velar por la guarda y custodia del Santo Grial, algo que también harían más tarde los Templarios.
Las huellas del supuesto Cáliz original acabaron por perderse en el siglo IV cuando la Iglesia Católica metió mano en el asunto, desvinculando y tergiversando su verdadera esencia. A partir de entonces este símbolo sagrado fue manipulado hasta la saciedad por las crónicas medievales, creando alrededor del Grial un culto desmesurado y envuelto en un halo de misterio, llegando así a formar parte de todo aquello relacionado con el Ocultismo y usado en rituales mágicos, ordenes herméticas de masones y rosacruces, caballeros de la mesa redonda, leyendas artúricas y esoterismo medieval.
Ya hemos mencionado como los cátaros profesaban el amor puro y enseñaban que Dios era precisamente la manifestación del puro amor. Abrazaban este ideal y su fe en la humanidad bajo este precepto, siendo el centro de su doctrina el Santo Grial, en el que habitaba la divinidad del amor sagrado y puro. La práctica de esta doctrina se basaba en la catarsis, a través de la cuál se conseguía llegar a ese amor con la completa y profunda purificación del hombre y la mujer.
María Magdalena, verdadera precursora de los cátaros
Ya sabemos que la historia de la mujer de Jesús ha sido manipulada y tergiversada hasta despojarla por completo de su verdadera esencia y papel, así como ocurrió después con los cátaros. Hace poco que se sabe de la existencia del evangelio de María Magdalena, dónde ella transmitía acerca de la verdadera grandeza que la sabiduría y amor del mensaje de Cristo contiene, siendo su sermón sobre la inmaculada concepción increíblemente sublime.
Los cristianos católicos idolatran la imagen de la Santa Virgen, asignándole una milagrosa concepción que la convertía en la madre del hijo de Dios. Sin embargo, el mensaje de María Magdalena habla sobre como cada alma, habiéndose hecho pura en grado supremo (entiéndase aquí la pureza tal y como la concebían los cátaros en cuánto a pura perfección espiritual basada en el amor puro) podrá concebir a un Cristo (esto es, la divinidad hecha hombre o mujer).
De hecho la palabra cátaro, proviene del griego kataro, que significa “puro”. Y María Magdalena así concibió, inmaculadamente pura. Es por esto que algunas teorías indican que el Santo Grial también hace referencia a concebir un hijo en el Cáliz (útero) de una mujer que ha alcanzado el nivel de pureza espiritual. De esta manera, una vez más, se constata que el Santo Grial dónde se halla en realidad, es en el interior de cada alma.
Ruta de los cátaros, el camino de los hombres buenos
Cuando la masacre hacia los cátaros comenzó, ellos tuvieron que encontrar nuevas vías para la supervivencia y en la que, defenderse contra el ataque con más violencia, no entraba precisamente dentro de sus propósitos como hombres y mujeres buenos. Así que una de las alternativas para lograr sobrevivir era la huida y esconderse de los inquisidores católicos.
De esta manera, los cátaros del sur de Francia, también llamados occitanos o albigenses (nombres procedentes de las comunidades o aldeas cátaras más importantes) empezaron su huida atravesando las montañas y ocultándose en el Prepirineo catalán, dónde muchos de ellos lograron refugiarse y que la filosofía cátara permaneciera intacta pero, cuyo destino estaría ligado a partir de entonces irremediablemente al secreto de su existencia.
El camino por el que huyeron los cátaros es lo que hoy se conoce como la Ruta Cátara o Camino de los hombres buenos, un recorrido extremadamente complicado dónde los picos de los Pirineos cobran un gran protagonismo. En 1999 se reacondicionó la ruta para poder recorrerla (semejante al Camino de Santiago por el norte de España) a lo largo de 196 kms, uniendo los puntos que son los que separan el castillo de Montségur (fortaleza cátara francesa y emblema de la resistencia, ya que fue el último lugar dónde masacraron a los cátaros en el año 1244) del santuario de Quéralt al norte de Cataluña.
Esta ruta se está convirtiendo en los últimos años en un atractivo turístico para los senderistas, amantes de la cultura cátara o simplemente para todo aquel que desee emprender un camino espiritual con el que poder conectar con la verdadera esencia de los cátaros y gracias a la cuál, su existencia está más viva que nunca y cuyo laurel por fin ha reverdecido.