Japón es una tierra abundante y generosa en mitología e historias. Una de ellas narra el amor entre una princesa y un pastor, amor que terminó alumbrando el cielo y, provocando en Japón, una festividad llamada Tanabata o Festividad de las Estrellas.
Lo que nos cuenta la leyenda de Tanabata
Orihime (que en Occidente conocemos como Vega) es la segunda estrella más brillante apreciable desde la tierra después del Sol. Pero para la mitología Japonesa era una hermosa princesa hija de Tenkou, el rey celestial.
Orihime tejía hermosísimas telas a orillas del río Amanogawa que, en Occidente conocemos como la Vía Láctea. Su padre estaba muy feliz de las habilidades para tejer de su hija, pero también sabía que estaba triste porque su trabajo no le dejaba tiempo para enamorarse.
Hay varias versiones de lo que sucedió después. No se sabe si, la princesa tejedora encontró de pronto al pastor y se enamoró repentinamente, o si fue su padre quién los presentó conmovido por los suspiros de su hija, lo que es improbable visto lo que ocurrió después. Y además sería muy raro, porque los padres no es que les encante que sus hijas consigan novio, y menos a los padres celestiales.
Lo cierto es que un buen día Orihime conoció y se enamoró perdida e intensamente de un apuesto y fuerte pastor de bueyes llamado Hikoboshi (que es la estrella que conocemos como Altair). Hasta ese momento Hikoboshi era el responsable de proveer alimento a los dioses debido a su trabajo y Orihime se encargaba de vestirlos con sus maravillosas telas.
Todo estuvo bien al principio, pero entonces, los amantes que hasta ese momento habían sido los mejores en su trabajo se volvieron descuidados y empezaron a faltar a sus funciones. Esto enfureció a Tenkou que los separó colocándolos a orillas distintas de Amanogawa para a ver si así lograba que volvieran a cumplir con sus deberes. Sin embargo, como Tenkou es un dios misericordioso cedió a los ruegos de su hija, permitiendo a los amantes estar juntos una vez al año, siempre y cuando cumplan con su deber.
Desde entonces el séptimo día, del séptimo mes del calendario lunisolar japonés (que va un mes por detrás que nuestro calendario occidental gregoriano) es decir el 7 de julio conocido como “la noche de los sietes” se celebra la fiesta de Tanabata y que, en Japón, es una celebración del amor, ya que es el único momento en que estos amantes pueden reunirse a vivir su pasión y dónde puede verse a ambas estrellas en el firmamento.
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La fiesta de Tanabata
La gente en Japón aprovecha esta fecha mágica de la unión de los amantes en el cosmos, para pedir deseos y celebra el amor, es para los japoneses como un segundo San Valentín.
Lo hacen a través del papel y hermosos origamis en muchísimos colores, en dónde la belleza de la caligrafía y las delicadas formas realizadas manualmente sirven a los japoneses para pedirles deseos a las estrellas simbolizadas en estos dos amantes que , aunque fueron castigados por descuidar su trabajo, pueden encontrarse una vez al año sino llueve y a través de cuyo simbolismo los japoneses celebran el amor.
La tradición dice que si esa noche no llueve y los amantes pueden encontrarse en el cielo, los deseos se cumplirán, pero si llueve lamentablemente habrá que esperar hasta el año siguiente. Actualmente según la zona de Japón esta fiesta se celebra en Julio o Agosto.