Celebrar el cumpleaños hoy en día, quizás sea el festejo más común a lo largo y ancho del planeta. Y pocos son los que no deseen hacer de este día, uno de los momentos más especiales de todo el año.
Sin embargo, más allá de querer sentirnos protagonistas por un día, muy pocos saben que esta celebración deriva de una tradición muy antigua que se remonta a miles de años atrás y que, más que obtener la felicitación de todos tus seres queridos, representaba un acto simbólico más enfocado hacia la magia y la superstición, siendo su finalidad originaria la de sellar la protección del cumpleñero contra las malas energías que pudieran significar su último año de vida en la Tierra.
Asimismo, en muchas culturas antiguas y paganas como las sumerias, babilónicas, persas o egipcias, los cumpleaños formaban parte de ritos sagrados dedicados a las diferentes deidades a las que hacían sus ofrendas, y con las que se pretendía simbolizar una forma de agradecimiento y pedir las bendiciones correspondientes durante el año venidero.
¿Cómo celebraban los cumpleaños en la antigüedad?
En muchos escritos antiguos se hace referencia a las celebraciones de cumpleaños por parte de los egipcios, griegos y romanos, tanto los correspondientes a sus dioses como a los de sus regentes. Así lo hacía Plutarco cuando describió el cumpleaños de Cleopatra, quién organizó una gran fiesta para su querido Marco Antonio, el militar romano de quién se enamoraría perdidamente la reina egipcia.
En estas culturas consideradas paganas, la costumbre de realizar ofrendas y encender velas tenía el propósito de garantizar la vida del que cumplía un año más, alejando de éste cualquier tipo de mal que pudiese impedir la continuación de sus importantes labores de liderazgo para con la sociedad que bajo su mandato estaba.
Y es que era algo habitual que los antiguos celebraran los cumpleaños de sus faraones y gobernantes por todo lo alto con fastuosas fiestas que podían durar días y dónde tiraban la casa por la ventana para homenajear ese día tan especial, pudiendo asimismo participar del festín todas las clases sociales, porque las más bajas no tenían derecho ni a su propia fiesta de cumpleaños, ya que concebían que sólo los destinos de los más ricos y poderosos tenían verdadera importancia y valor.
También, tanto los antiguos griegos como los romanos, tenían arraigada entre sus costumbres y creencias la idea de que todas las personas nacían con un espíritu protector y que el día del cumpleaños hacía acto de presencia para velar por la seguridad del cumpleañero durante otro año más. De esta creencia derivaron otras que, tras pasar por el filtro católico, aún hoy permanecen vigentes, como la del ángel de la guarda o el santo patrón.
Con la llegada del Cristianismo, estas celebraciones permanecieron en segundo plano, e incluso ocultas durante siglos, porque se les atribuía un origen demoníaco y no sería hasta el siglo IV d.C. cuando comenzó a festejarse el cumpleaños de Cristo como una de las mayores celebraciones religiosas cristianas, lo que daría paso con el tiempo a la fiesta de Navidad.
Y esto hizo que, poco a poco, los cristianos vieran apropiado también celebrar su propio cumpleaños a imagen y semejanza de su Dios, y no como un ritual pagano, desterrando así su asociación con el maligno.
Y la tradición de la tarta de cumpleaños ¿de dónde surge?
En antiguas narraciones griegas se describen que para celebrar el cumpleaños de los dioses y diosas del Olimpo, preparaban un gran pastel a base de harina y miel en forma redonda, que servían como ofrenda en los altares de los templos.
Que tuviera forma circular también tenía su razón y es que el círculo para los antiguos poseía una connotación simbólica muy importante que definía el principio y el fin del ciclo que representaba cada año solar.
Esta simbología y ritual mágico, también era extensible al uso de velas y cirios que eran encendidos para que el fuego purificase los malos augurios. Igualmente el fuego ha sido un símbolo sagrado y místico desde tiempo inmemorial con el que siempre el hombre quiso honrar a sus dioses y como vehículo para pedir sus peticiones.
Con el paso del tiempo, el círculo de velas sobre una tarta, formaría parte de este ritual ancestral para que protegiera al homenajeado de los malos espíritus durante un año entero. Y luego, más adelante, una antigua tradición alemana terminaría por establecer la costumbre de poner sobre una tarta tantas velas como la cantidad de años de aquel que cumplía años, más una vela mayor en el centro que simbolizaba la “luz de la vida”.
Así que ya sabes, en tu próximo cumpleaños, tanto si eres de los que lo celebra, como si no, no dejes nunca de soplar las velas sobre un pequeño pastel en forma de círculo porque aparte de para pedir tus deseos, ya conoces el verdadero significado y el poderoso ritual que representa el hacerlo.