Según la teoría de los cinco elementos el mundo se encuentra clasificado en cinco grandes grupos o taxones: tierra, agua, fuego, metal y madera. Teniendo en cuenta esta teoría, los elementos interactúan entre sí generando tensiones y equilibrios de tal forma que unos elementos controlan a otros y dan lugar a los distintos fenómenos que ocurren en la naturaleza. La teoría de los cinco elementos explica que existen dos ciclos principales responsables de mantener el equilibrio vital en los cinco elementos.
TEORÍA GENERATIVA DE LOS CINCO ELEMENTOS
La teoría generativa de los cinco elementos se fundamenta en la capacidad que tiene cada elemento para potenciar a otro. Esta relación recibe el nombre de madre e hijo y es de naturaleza Yin. Concretamente, la madera arde para producir fuego, el fuego genera cenizas que forman la tierra, la tierra contiene minerales que forman los metales, los metales se funden al estado líquido del agua y el agua permite el crecimiento de la madera.
TEORÍA DESTRUCTIVA DE LOS CINCO ELEMENTOS
La teoría destructiva de los cinco elementos se basa en la capacidad que tiene cada elemento para ejercer un control limitante sobre otro. Esta relación recibe el nombre de abuelo y nieto y es de naturaleza Yan. Concretamente, el agua sofoca el fuego, el fuego funde el metal, el metal corta la madera, la madera penetra en la tierra y la tierra canaliza el agua.
CONTROL GENERAL ENERGÉTICO DE LOS CINCO ELEMENTOS
Como se ha podido ver, la teoría de los cinco elementos sustenta sus bases sobre una estructura familiar de madre-hijo por un lado y nieto-abuelo por el otro. Valorando estas relaciones, hay que tener mucho cuidado cuando se pretende configurar un entorno equilibrado siguiendo la teoría de los cinco elementos, ya que potenciando unos elementos, otros se debilitan. Lo mas conveniente sería crear un diagrama de flujo, marcando las interrelaciones existentes entre los distintos elementos y, partiendo de ahí, comprobar qué elementos pueden ser los causantes de los posibles desequilibrios o desarmonizaciones, si las hubiera.
Hay que entender que para alcanzar un equilibrio real y sensible es necesario que ambos ciclos, el generativo y el destructivo, tengan el mismo poder. No hay que entender que la relación nieto-abuelo es un elemento negativo que se debe evitar. Todo lo contrario, sin una vinculación destructiva entre los elementos habría elementos que se desarrollarían hasta el infinito provocando, finalmente, tensiones que terminarían afectando negativamente al flujo energético general.