A lo largo de tu vida seguro que has escuchado promesas de amor de este tipo: “siempre estaré a tu lado”, “nunca te haré daño”, “te amaré para siempre”. Frases que parecen sacadas de un cuento de hadas. Están llenas de magia y romanticismo.
Pero, y aquí está la trampa, son promesas absolutas en un mundo donde lo único constante y seguro es el cambio.
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Relación entre amor y cambio
El cambio es inevitable. Cambiamos de forma constante aunque muchas veces no somos plenamente consciente de ello: cambian nuestros gustos, crecemos emocionalmente, adquirimos nuevas habilidades e incluso nuestros cuerpos también cambian.
Lo normal y natural es que las relaciones amorosas evolucionen con el tiempo.
Las promesas de amor suelen fallar por eso. Porque crean expectativas irreales que en la práctica no se suelen sostener y porque añaden una presión innecesaria en la relación que puede terminar provocando frustraciones y malestar.
Las promesas no son el problema
En realidad, el problema no radica en las promesas de amor, sino en cómo las interpretamos.
Cuando esperamos que estas promesas sean inmutables y permanentes, caemos en la trampa de la idealización y la negación de la realidad de la vida y el amor.
Aceptar la posibilidad de cambio y evolución en nuestra relación no significa que debamos rechazar esas promesas, pero sí es necesario volverlas más realistas y humanas. Si recibes una promesa de ese tipo, hazlo con agrado y sin tomarla al piel de la letra; si eres tú el que prometes, en lugar de recurrir a clásicos como “amar para siempre”, transmítele que harás lo posible por cultivar el amor en vuestra relación.
El problema de las promesas de amor
Más allá de que rara vez se cumplen, la realidad es que las promesas de amor pueden convertirse en una trampa cuando se utilizan como una especie de garantía de seguridad emocional.
En este sentido, es fundamental recordar que ninguna promesa puede asegurar la inexistencia de conflictos, desacuerdos o desafíos en la relación.
No hay promesas que puedan protegerte totalmente de la vulnerabilidad que conlleva amar a alguien.
Porque al final, lo importante es comprender que amar genuinamente implica correr riesgos, es un acto de valentía. Así que, en lugar de buscar seguridad en las promesas de amor, céntrate en construir un amor auténtico basado en la honestidad, la comprensión y el respeto.
Para evitar caer en la trampa de las promesas de amor, es esencial cultivar la autoconfianza y la autonomía emocional. No debes ligar tu vida a las promesas. Los cantos de sirena además de no servir para nada, pueden dañarte. En vez de uso, refuerza tu amor propio y autenticidad.
Como ves, las promesas de amor a veces se convierten en una trampa. Sucede cuando se toman como garantías absolutas o cuando se utilizan para evitar la incertidumbre inherente que supone el amor y la propia vida. El amor es un viaje desafiante, lleno de sorpresas, cambios y crecimiento. En lugar de buscar seguridad en las promesas de amor, ama con valentía, sin mirar mucho más allá.