Mi queridísimo Aries, te escribo esta carta para alguno de esos extrañísimos momentos en los que dudas de ti, de lo buena persona que eres y de si estás actuando de forma correcta.
No te tengo que decir que sientes una gran incomprensión por parte de los demás cuando te acusan de egoísta.
Y es que tú siempre estás a lo tuyo y tratas de complacer a quienes te solicitan ayuda, pero sinceramente ¡a veces, te piden demasiado!
Tú lo sabes, Aries, eres como un niño pequeño
Y te encantaría que solamente te dieran, te consintieran y te trataran con esa dulzura con la que hay que tratar a un bebé pequeño que, en el fondo, es cómo te sientes.
Pero nada, los demás solamente ven ese lado tuyo imponente y, hasta duro, y creen que no tienes sentimientos, que a ti las cosas no te duelen como a los demás.
Y no es eso, es que no entiendes que estén esperando a que sean los demás quienes le resuelvan las cosas y que seas tú quien además quién lo haga.
Te entiendo, tiene que ser agotador, sentir que le das tanto a los demás y que, aún así, no te quitas el sambenito de egoísta, porque sí, porque tienes la autoestima muy alta y no te gusta estar dando pena.
Pero eso, no significa en lo absoluto, que las cosas no te preocupen, ni muchísimo menos.
Pero tú sabes que yo te entiendo, tienes una energía tan grande que tienes que darle salida de forma creativa. Después de todo eres puro fuego, por eso eres tan vital y tienes ese cuerpazo que parece esculpido en bronce.
Lo que me encanta de ti
Una de las cosas que más me gusta de ti, Aries, es la fuerza que demuestras para todo, nada de estarse revolcando en cosas que no tienen solución, tú siempre miras hacia adelante y pareciera que tienes la capacidad de nacer siempre de nuevo.
Otra cosa que adoro de ti es tu romanticismo y lo apasionada que eres, aparte de esa mirada que parece que te llega al fondo del alma.
Y tu sonrisa, mi precioso Aries, tienes una de las sonrisas más bonitas del Zodiaco, porque tiene esa candidez y ese espíritu dulce e infantil que también te caracteriza.
Y es que es verdad, cuando quieres eres un carnero capaz de luchar durante horas solamente por deporte, pero la mayoría de las veces eres como una ovejita dulce y mullida. Y eso, pocos lo saben reconocer.
Quiero decirte que tu presencia es como una llama de luz que lo elimina todo y que eres capaz con tu sonrisa y tu encanto de hacer olvidar todas las cosas malas que suceden.
También admiro tu nobleza y esa necesidad que tienes de ser justo cuando te paras a pensar bien en las cosas.
A nivel sexual tampoco tengo quejas, eres el ser más apasionado, dulce y entregado que conozco y, una vez que entregas tu corazón, no hay que estarse preocupando de que te sientas tentado a tener relaciones extraconyugales.
Eres transparente y, por eso mismo, incapaz de engañar a tu pareja. Por eso y por tu alegría, es que te quiero tanto, mi querido carnero de fuego.