Al final de la rueda zodiacal se encuentra la Casa XII, habitada por Piscis, el signo que marca el equinoccio, y el principio de la siguiente estación y ciclo astral representado en Aries.
Por lo que el signo de los peces, aunque marca un final, también marca un inicio. De allí, su símbolo de dos peces nadando en direcciones contrarias.
Y esto viene muy a cuento cuando queremos entender, cómo asume un signo tan especialmente cariñoso y apegado como el signo de Piscis, las pérdidas.
El agua de Piscis
Ya hemos dicho mil veces, que la naturaleza humana no lleva bien las pérdidas sea uno del signo que sea.
Pero, probablemente, sonn los signos de agua los que tienen una mayor predisposición a tomársela muy mal o a dramatizarlo más que el resto, pudiendo llegar incluso a deprimirse, que suele ser una consecuencia bastante común en el caso de ser incapaz de superar un duelo.
Después de todo, una de las características del agua, es que se amolda al recipiente que la contiene, por lo que será inevitable que si lo que pierde es algo que considera su “recipiente”, se desparrame en el suelo.
Y esto es una metáfora cruda de cómo hay gente muy dependiente emocionalmente, debido a un exceso de “agua” en su carta astral.
Sin embargo, en el camino evolutivo que representa la rueda zodiacal, Piscis representa el agua de los océanos por lo que de entrada, no hay recipiente suficientemente inmenso que pueda contener la profundidad de un alma, que tiende más bien a bucear en las profundidades de su propio espíritu.
Y no estamos diciendo que Piscis se tome a la ligera la muerte o el abandono, al contrario, debe ser (seguido de cerca por Cáncer), uno de los que más litros cúbicos de lágrimas puede producir en un situación de luto (el agua de los océanos es salada también y hay bastante).
Pero más allá de que un Piscis se entregue al llanto de una manera tan intensa, que le dificulte siquiera preguntarle a su pareja por qué la está dejando (se pone a llorar y no puede terminar la frase) pudiendo durar este período lluvioso unas semanas.
Un alma sabia
Lo cierto es que Piscis posee muchísimos recursos para sobreponerse al dolor de una pérdida, ya que en el alma de Piscis habita una sapiencia inconsciente que le hace saber que la muerte y el renacimiento son una rueda infinita e inevitable.
Porque a partir del signo de Capricornio, empiezan en la Rueda Zodiacal los signos más familiarizados con la disolución y el cambio.
Y claro, como nos enseña el Arcano XIII del Tarot (que se puede identificar con Piscis) toda muerte lleva en sí mismo el germen de un nuevo comienzo y que todo cambia inexorablemente.
Y Piscis, aunque suele apegarse mucho a amigos y familiares, y también a parejas, sabe como los marineros, ir en busca de lugares desconocidos y de nuevas experiencias por vivir.
Así que, después de un largo y lloroso período de luto, Piscis surgirá de entre la espuma del mar, como la diosa Venus que, a veces, acompaña su regencia, y se encontrará listo y rejuvenecido para comenzar de nuevo.