Isadora Duncan es uno de esos personajes de casta romántica y extravagante, que inspira con su biografía los más adolescentes sueños de artistas y futuras aventureras.
Cualquiera que oye el sonoro nombre de Isadora Duncan por primera vez, no ceja de repetir regodeándose en el sonido perfectamente simétrico ¿Isadora Duncan? y a lo mejor le vienen los versos de aquella salsa de Celia Cruz : «Cuando bailó, se liberó tal vez, aunténtico fue el mensaje de Isadora…en cada amor, una pasión vivió y a nadie se encadenaba Isadora…» y esta totalmente dispuesto a sumergirse en una de esas biografias de gente que existió igual que usted y yo, y que sin embargo, parecen personajes literarios que dejan en nuestro espíritu una sensación de que explorar todas las oportunidades para ser, es más que una suerte, un deber.
Y de paso, nos recuerdan que la heroicidad depende totalmente de nuestras aspiraciones personales.
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La vida y muerte de Isadora Duncan
Lo más recordado de Isadora Duncan, aparte de su faceta como bailarina y coreógrafa rupturista, es su curiosa y trágica muerte.
Pero es recordada su muerte porque enmarca, con una gracia propia de un guiño de los dioses, una vida dedicada a sentir y expresar la belleza de una manera tan especial y «divina» (en el sentido sobrehumano) que Isadora más que una bailarina parece una musa, una ninfa, una especie de deidad menor dedicada a la danza. Una extraña figura emanada de la imaginación.
Pero antes de relatar su muerte, hagamos un veloz paneo por su vida. Nacida en San Francisco el 27 de mayo de 1877, muy buena representante del signo Géminis, siendo hija de un empresario y banquero, que luego de abandonar a la familia iria a la cárcel acusado de fraude.
A los diez años abandona la escuela y colabora con la manutención de su familia dando clases de baile a los niños de la zona. Su madre le otorga una educación exquisita en casa, en donde da clases de piano, y en los que Schumman Mozart y los clásicos resuenan en medio de la tristeza de una familia abandonada y una madre que reniega llena de dolor, de la religión católica.
En su adolescencia estudia Ballet en Chicago, pero pronto su rebeldía la hace despreciar el ballet al que considera anquilosado y falso.
Dice que la danza debe parecerse más a los movimientos reales y a la vida. Una de sus grandes inspiraciones se las da el mar, que observa desde niña imbuida en el movimiento de las olas durante su infancia solitaria, observando el horizonte desde la Bahia de San Francisco.
El viaje a Europa
Habiendo llevado una vida muy dura económicamente y cuando la mayoría de los europeos está emigrando a la prometedora Norteamérica de principios de siglo, Isadora se cansa de la incomprensión y el rechazo que por su arte muestran sus compatriotas, y decide emigrar con su familia a la vieja Europa.
Se instala con su madre y su hermana en Londres y con esa mente curiosa e inquieta que la caracterizaba, empieza a extraer movimientos para su danza de los cuadros sobre temas clásicos que observa obsesivamente en el Museo Británico.
Isadora utiliza temas como el amor y la muerte, más cercanos a lo humano y alejados de los héroes y ninfas que protagonizaban las historias de la danza hasta ese momento.
También su puesta en escena es totalmente revolucionaria, ya que desecha los obstentosos decorados de ballet y también la ropa y el maquillaje habituales. Baila descalza, sin maquillaje y con el pelo suelto , vestida con vaporosos camisones que dejan ver sus piernas y brazos desnudos, lo que representa una ruptura con todo lo visto hasta ese momento.
Su revolucionario concepto triunfa y es reconocida en los importantes escenarios de Londres y París. Le llega un éxito sin igual en los escenarios europeos y es allí en donde empieza a constuirse su leyenda.
Isadora Duncan, la Bailarina irreverente
Y aunque Isadora rompió moldes en cuanto a la concepción y práctica de la danza, fue también su forma de vivir la que la convirtió en una diva de las feministas y una de las mujeres más políticamente incorrectas de su tiempo.
Atea declarada se negaba a someterse a una institución como el matrimonio y vivió una intensa vida amorosa, liberada por completo de los estrechos tabúes morales de su época. Numerosos amantes masculinos y femeninos en una época en que esas cosas estaban muy mal vistas.
Decide ser madre soltera y tiene dos hijos de padres distintos. Simpatiza con la revolución rusa y viaja a Moscú para colaborar con el nuevo sistema. Se casa a los 45 años de edad con un joven poeta ruso veinte años más joven que estaba loco por ella y que se suicida posteriormente.
Funda numerosas escuelas de ballet, una de las más importantes se localiza en Alemania y en donde se le da clases a niños de bajos recursos.
El trágico final de Isadora
Una terrible tragedia marca los ultimos años en la vida de Isadora Duncan. Sus dos hijos mueren en un accidente de tráfico, ahogándose en el Sena y partiéndole el corazón en mil pedazos.
Después de eso, las extravagancias y escándalos de Isadora aumentan. Su peregrinaje y estadía en la Unión Soviética y su tormentosa relación con el poeta ruso también le dejan un amargo sabor.
Después de la tragedia de su fallido matrimonio, vuelve a Occidente en donde, su forma de vida, sus simpatías comunistas y su irreverencia femenina terminan por pasarle factura.
Enfrenta graves problemas económicos y carece de los apoyos que su juventud y belleza le otorgaron en otros tiempos. Sus espectáculos ya no cuentan con un público fiel. Se refugia en Niza en dónde escribe el Arte de la Danza y su autobiografía.
Una tarde, al salir a dar una vuelta en un coche descapotable, el largo chal que lleva al cuello se enredó en la rueda trasera del vehículo, ahorcando a Isadora, que murió a los cincuenta años, como en una trágica coreografía fatal.