La aparición en el año 2020 del virus Covid-19 ha supuesto una crisis mundial de dimensiones insospechadas y cuyas consecuencias no se han hecho esperar.
No es la primera vez que el mundo se enfrenta a una pandemia, sin embargo, si es la primera vez que nos enfrentamos a un desastre que había sido advertido numerosas veces por figuras de los más distintos ámbitos.
Empezando por Bill Gates, que en 2015 anunciaba que, como sociedad, no estábamos preparados para una pandemia mundial.
Y más tarde por la Organización Mundial de la Salud, que el año pasado elaboró un minucioso informe llamado “Un mundo en peligro”, donde advertía de la mano de un equipo de expertos, que una enfermedad similar a la gripe, provocada por un pequeño virus, podría extenderse por el mundo en apenas 36 horas y matar a 80 millones de personas.
Un patógeno de rápido movimiento tiene el potencial de matar a decenas de millones de personas, desestabilizar las economías y amenazar la seguridad nacional. / OMS
Es decir, no fue por falta de informes y alertas que esta pandemia tomó al mundo desprevenido.
Así como ocurrió con el cambio climático y su realidad inminente, que ya está provocando cambios sustanciales que se han manifestado en los últimos años, como que las temperaturas han alcanzado récords históricos, y cuyas consecuencias más evidentes pudimos apreciar en los grandes incendios que azotaron la Amazonia, Australia o, más recientemente, en California.
La nueva realidad
La necesidad de atajar el virus provocó en un primer momento una cuarentena mundial cuyas primeras consecuencias a modo de shock, hizo que la población se paralizara y se vio obligada a entrar en otra perspectiva diferente.
Lo que ha pasado con el coronavirus, podría compararse con una persona a la que le vienen advirtiendo que su estilo de vida (sedentarismo, tabaquismo, mala alimentación, estrés, etc) va a provocarle un disgusto un día de estos.
Esta persona pasa por alto las advertencias de los médicos y sigue manteniendo un estilo de vida tóxico bajo excusas del tipo: “tengo mucho trabajo”, “no tengo tiempo” ,“de algo habrá que morirse, ¿no?” o de que conoce personas que hacen “ejercicio, comen bien, se cuidan, e igual se mueren”.
Pues resulta que un día, a esta persona, le da un ictus, una angina de pecho o algo similar, pero sin embargo, logra recuperarse.
Se podría decir que esta persona tuvo suerte, ya que la vida le dio un aviso, Sin embargo, a partir de ahora deberá cambiar su forma de vida, no paulatinamente, ni por elección propia, sino obligado por las circunstancias.
Esto es un poco lo que está pasando a nivel planetario con esta crisis del virus Covid-19, que ha destapado que la sociedad ha venido desarrollando un modus vivendi de lo más tóxico, negándose a tomarse en serio y, que ahora, se enfrenta a las consecuencias de su displicencia y su falta de responsabilidad consigo mismo.
Mientras se recupera en la cama tiene tiempo para pensar y darse cuenta de que hay cosas con las que no se juega. Y que si no tiene salud, difícilmente, podrá trabajar y alimentar a su familia por lo que se replantea sus “prioridades”.
La conciencia del virus
La cuarentena impulsada por el coronavirus nos ha demostrado hasta qué punto estábamos cerca de un desastre mucho mayor si seguíamos manteniendo el ritmo de vida al que nos habíamos acostumbrado.
Nos obliga, primero como individuos y luego como sociedad, a tomarnos más en serio las advertencias de científicos y expertos sobre el desastre al que estábamos abocados, sino cambiábamos nuestra forma de vivir.
También, esta pandemia ha evidenciado que, en un mundo globalizado, no podemos ser indiferentes a lo que le ocurre al resto del planeta (el efecto mariposa), ni permitir que cada uno ande por libre, ya que lo que ocurre en China, termina afectando a una persona al otro extremo del orbe.
Así que podríamos concluir que, lo primero que ha cambiado esta pandemia, es nuestra visión de nosotros como individuos y como sociedad, para darnos cuenta que no podemos ser insolidarios, porque serlo es igual de absurdo que si alguien decidiera hacer ejercicios en una sola pierna e ignorara el resto de su cuerpo.
Es imposible, estamos interconectados y somos una sola humanidad, así como alguien es un solo cuerpo, y solamente actuado unidos, lograremos salir de esta crisis más fuertes y más conscientes de nosotros mismos.